Un lugar donde un hombre de Florida (Uruguay), la capital de la Piedra Alta, cuenta de todo un poco, sobre su pueblo, su vida, sus viajes, su familia y más que nada, sobre su Florida natal. Tambien mucho sobre mi querido Camino de Santiago.



Sunday, March 1, 2009

Historias Cortitas/ Divagando sobre El.-

Estaba mirando esta imagen del cartel a la entrada del zoologico
de Durazno, cuando lo siguiente se me vino a la mente.

Divagando sobre El.

El Creador, sea como sea que lo llamemos, la tenia muy clarita, desde el momento que comenzó a crear las cosas, se ve que se esmero para darnos lo mejor de El, para que nosotros lo disfrutáramos en su plenitud.
Si no, como Ud. puede justificar:
¿Animales con alas? Para que nosotros nos pudiéramos maravillar observando el vuelo de un águila o la explosión de una perdiz saliendo de los rastrojos.
¿Ríos arrolladores y cascadas gigantes? Para apreciar la fuerza que surge de las venas de la tierra y de los copetes de las montañas.
¿Los gigantescos ombues o los cactos esparcidos por los desiertos? Para darse cuenta de la fuerza de la tierra fecunda en las grandes praderas, o la tenacidad y determinación que se necesita para progresar y crecer en las tierras áridas.
Y así siguió, dándonos, computadoras, aviones, barcos, naves espaciales, bicicletas y motos, caballos y trineos con perros, además de millones de libros, fotos, películas, libros de teología y religión, domas en Palermo y el carnaval de Venecia, y mas y mas y mas…
Pero donde la tuvo más clarita, fue cuando al ser humano le adjudico la mente y la imaginación.
El, hizo casi todo, pero nosotros lo mejoramos y lo perfeccionamos sin movernos de nuestra silla, ya que con la mente podemos desarrollar todo lo que la imaginación nos sugiera, y con la mente nos podemos trasladar a todos esos lugares y espacios, a los que físicamente, no siempre podemos ir.
Podemos dar “La vuelta al mundo en 90 días”, ver a “Alicia en el país de las maravillas”, recorrer “20000 Leguas de viaje submarino”, regocijarnos y espantarnos con la Biblia, o simplemente sentarnos en las orillas del arroyo San Jerónimo, mientras tomamos un mate, tirando una lineada hacia el centro del arroyo tratando de no enganchar el anzuelo en los sauces.
A mí me gusta tanto eso de recorrer el mundo, aunque sea solo en mi fantasía, o pescar al lado de un tajamar, tan así que cuando realmente voy a pescar, no pongo carnada en el anzuelo para que los bagres no me molesten, mientras subo por las laderas del Himalaya.
Después de todo eso, como no puedo creer que El exista, se llame como se llame.

El Tordillo

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