Un lugar donde un hombre de Florida (Uruguay), la capital de la Piedra Alta, cuenta de todo un poco, sobre su pueblo, su vida, sus viajes, su familia y más que nada, sobre su Florida natal. Tambien mucho sobre mi querido Camino de Santiago.



Tuesday, December 26, 2023

Historias cortitas. Nostalgia,

  Nostalgia.

 

El caballo lo había dejado atado a la sombra de un arbolito, junto a la cañada que siempre inundaba el rancho del Japones Pereira, así que, al salir del Tango Bar, agarre calle abajo. Salude con una mano levantada a los parroquianos de Club Nacional, algunos en la vereda preguntaron si iba a pescar, las maletas que llevaba en mi hombro estaban redonditas y junto a ellas se delataban mi aparejo y un espinel de chaura gruesa de 12 anzuelos. Asentí con la cabeza y seguí al tranco, me persigne frente a San Cono, salude al Polo Pintos en la puerta del kiosco y cuando llegaba a la escuela, siento un grito de Aloy, que desde la puerta de su casa, en la esquina, me pedía que le trajera algunos bagres para fritar.

Cuando llegué al campito del Japones, vi que comedido como siempre, le había echado un poco de comida al tordillo. Ensille despacio, acomode las maletas y atrás del recado ate con dos tientos, un rollo de lona, que siempre me sirve de cobijo, como el rollito que llevan los vaqueros en las películas del oeste.



Enfile para la Calzada y de ahí, ya en un trote cansino, rumbo a la 56 y para arriba. Los campos estaban verdes, había pájaros de todo tipo y color, como iba tipo tropero, entre la carretera y los alambrados, de vez en cuando el tordillo se resalta cuando alguna perdiz salía revoloteando de los pastizales. En parada Sánchez, entre al boliche del Sordo, saludando, sacudí dos o tres grapas con limón, para rociar la garganta y seguí camino, al llegar al mirador de los Duro, veo a Danilo supervisando el trabajo de un alambrador que traspira con la dura faena, Danilo supervisa, de ayudar nada. Lo saludo sin desmontar y el se acerca a ofrecerme un trago de una de vino de tres litros, que tenia durmiendo a la sombra de unas chilcas.

Cuando llegue a lo de Galengo, el boliche estaba muy bien concurrido por el peonaje de la zona, las vueltas iban y venían, la señora del bolichero, había hecho un guiso de capón y mostacholes que olía espectacular. Después de dos platos y ya cayendo la noche, salí al galope para tratar de llegar al Tornero antes de la oscuridad. En el callejón del almacén de la Ventana, donde esta el frontón de pelota vasca, rumbee por el camino de tropas hasta las orillas del Tornero, donde pensaba acampar por unos días.

Acordándome de los consejos de Don Arroqui, crucé el cauce a caballo y lo primero que hice fue tirar el espinel, así después no tenia que cruzar a pata y mojarme. Volví hasta donde el fogón que mi familia ha usado por décadas y tendí la lona entre los árboles, por si llovía.

Junte leña, prendí el fuego para calentar agua y tomar unos mates, admire la luna, las estrellas, las sombras y los sonidos del monte. Me dormí como un tronco arrullado por los gritos de las gallinetas que abundan en el lugar.

Cuando me desperté, estaba en mi silla reclinable, de frente a la ventana y la nieve había blanqueado toda la ciudad de Toronto.

Mientras preparaba un mate… se me caían las lágrimas.

El Tordillo

 


Tuesday, November 28, 2023

Series de "Mi primer amor'

 Series de "Mi primer amor'

1) Mi primer amor Gastronómico.-

En casa, de chico, nunca sobro nada, pero tampoco nuca falto nada. Siempre de una manera o de otra, mis padres y mis abuelos se encargaban que la mesa estuviera siempre bien servida. Por lo tanto lo que les voy a contar quizás le sorprenda.

Yo tendría  6 o 7 años, mi querida abuela Doña Petrona Trezza de Pintos, me llama para que vaya a hacerle un mandado, que al fin y al cabo, para eso estábamos los gurises.

"Agarre esa canastita con peras y se las lleva a lo de Santarcieri el del almacén de la Cuchilla, asegúrese de comportarse bien, el Pocho es un buen hombre que siempre nos ha tenido buena consideración"

Al tranco salí rumbo a la Cuchilla Santarcieri, que a esa edad me parecía que eran varios kilómetros, unos 15 minutos después entraba al boliche, almacén de ramos generales, salon de reunion del barrio y en épocas electorales siempre canton de algún caudillito politico de la zona.

El Sr. Santarcieri me saludo con un fuerte apretón de manos, como si yo fuera grande, me hizo sentir grande. Recibió la canastita con una sonrisa y un agradecimiento para Doña Petrona y mi abuelo Aniceto.

Cuando estaba ya pronto para volver a casa me pregunta si estoy muy apurado, como le digo que no, me pide si le puedo hacer un favor. Acordándome de las palabras de la abuela le digo que estoy a sus ordenes. 

"Llevele este paquete de Geniol a la viuda de Seijas que vive en las ultimas casas antes de llegar a la via por el callejón, la pobre esta sola y medio enferma hace varios días"

Sin esperar y casi corriendo salí para allí, yo ya conocía la casa porque era una amiga de mi Mama, golpee las manos y enfile para la puerta, la viuda ya me esperaba en la entrada. Entregue el paquete, aguante el pellizco en el cachete y la despeinada que me dio. Saludando respetuosamente me di vuelta y corrí para el almacén.

"Hizo el mandado", "Si señor y la viuda le manda las gracias y saludos" conteste y rumbee para la puerta para irme para las casas.

"Espere, no se vaya" me dijo, se dio vuelta y salio para atrás del mostrador, agarro una de las galletas de campaña, de las mas grandes. Le corto la tapa y la parte de abajo, cuando solo quedaba el hojaldre tierno de la galleta, la corto en dos. Puso los dos trozos sobre un papel de estraza, con un cuchillo fue a la punta del mostrador y corto dos gruesas rodajas de un fiambre que recién le había llegado. Las puso entre los hojaldres de la galleta, me la entrego dándome las gracias por el favor.

Yo no conocía ese fiambre. Me dijo "Es mortadela, que la disfrute" 

Fue el primer manjar que comí en mi vida, fue mi primer amor gastronómico. 

Y lo sigue siendo.






Tuesday, January 11, 2022

Fin de año/ Historias cortitas.

 Historias cortitas.

Y de a poco el tiempo fue cambiando, el arroyo El Tornero empezó a crecer, nosotros que habíamos hecho campamento a metros de sus orillas, nos empezamos a preocupar. Yo era un gurí de 10 o 12 años, todos los Pintos, con sus crías, se habían reunido para festejar el fin de año en familia.

Seriamos como 30, Tío Mingo y mi padre Juan, venían con sus camiones desde Montevideo, esa era la planta principal del campamento, los dos camiones cola con cola, eran los dormitorios principales, donde los grandes y los mas chiquitos dormían. Los de mi edad y para arriba, debajo de los vehículos, armábamos nuestros lechos y nos ilusionábamos de que nos dejaban dormir afuera, pero siempre había alguien que tenia que romper el molde. Gladys la hija del Tío Mingo decía que era muy grande para estar con los gurises, pero era solo grande de edad porque era una petisita peleadora y engreída, las mellizas Olga y Hortensia, hijas de Tío Martin y de mi edad, tenían miedo, así que las tres fueron mandadas para arriba.

Los otros gurises éramos una bandada, 2 de Tío Perico, 3 de Tío Chino, mi hermano y yo, Judith y Ulisito que habían venido con los abuelos, Marisa que no tenia miedo y de invitados especiales Julito Menyou y Marquitos Garín. En síntesis, una manada traviesa, escurridiza y siempre sedienta de aventuras.

Cuando llego la orden de levantar todo, para cambiarse para lo alto, bajo los talitas frente la laguna de la cantera, fue un zafarrancho, la gurisada a las corridas llevaban sus cacharpas rumbo a ese santuario que quedaba a unos 200 metros. Los grandes cargaban la cocina Volcán, los barriles de cerveza, mesas, sillas, lonas y los tres gigantescos barriles que se usaban de heladeras de hielo para conservar la leche para los gurises y la carne para todos. Creo en uno de ellos había una vaca entera y en el otro toda la leche que el abuelo había ordeñado en el último mes. El Tío Perico se dedico a la salvaguarda de las damajuanas de vino.

El alboroto fue grande pero no hubo perdidas y al rato ya estaba todo pronto para comenzar la fiesta. La gurisada enfilo para la laguna grande, mojarreros en mano, los mas grandes con los ganchos para cazar mulitas rumbearon para los campos donde Don Magole era medianero y nos daba permiso. 

Entre las idas y venidas, los gritos de los grandes y el desconcierto general, mi hermano Ruben, el más pícaro de todos, le había robado un paquete de cigarrillos al Chino y una botella con vino a Perico… así pasaron las horas, cuando dimos la vuelta, los tres más grandes ya estaban mamaditos y jediendo a cigarro.

La penitencia fue para todos. Como quien dice, pasamos la noche de fin de año en vez de en familia, en cana y abajo del camión.

El Tordillo



 




 

Friday, January 8, 2021

Y nos fuimos de fiesta.

 

Y nos fuimos de fiesta.

 Yo no sé si era un baile, un casamiento, o simplemente una reunión de amigos, lo que recuerdo es que mi padre llego a casa como a las apuradas, mi madre como un remolino nos puso a bañarnos, mientras que nosotros estábamos en el latón, ella juntaba cosas que ponía en el canasto que usaba para los viajes largos.

Un juego de ropa extra para cada uno, las zapatillas de suela de goma y los infaltables sombreros de paja que habíamos comprado la primera vez que fuimos al Chui. En otro canasto mas chico, termo, mate, yerba, unas galletas de campaña, la tablita de cortar, un cuchillo, unas piernas de chorizo casero, un pedazo de queso del que nos regalaba Don Torredeflo y una damajuana de tres litros de leche.

Fuera corto o largo el viaje, el canasto de la comida iba siempre, de ahí salía, en cuanto Papa paraba para echar agua al radiador o a estirar las piernas, unas cositas para picar y un montón de sorpresas, parecía el cuerno de la abundancia, hambre no pasábamos nunca.

Con todo ya pronto, era el momento de subirse al auto, Papa revisaba el radiador, pateaba las cuatro ruedas para ver si estaban bien de aire, limpiaba el parabrisa y salíamos de viaje. Mi hermano decía… “Viste que suerte que tenemos, vamos en taxímetro y no pagamos nada”.

Esta vez el viaje era rumbo a Palermo y era en caravana. A medida que íbamos saliendo del pueblo y antes de llegar a La Macana, se habían plegado otros coches, el tío Ulises con su familia, el Pololo Benedetti, el Ratón Ruétalo, Cabral que vivia cerca de casa antes de llegar a la via, con sus hijos y dos o tres autos más.

Al llegar al camino que sale para San Gerónimo, a la sombra de unos eucaliptos se hizo una parada, mientras los hombres revisaban los autos, entraron a aparecer los canastos de todos los autos, mas canastos que gente. En esos tiempos los caminos eran fieros y ya llevábamos como una hora de viaje, el viaje a Palermo duraba mas de una hora y media porque había que cuidar los autos, eran las herramientas de trabajo. Así que una paradita y una picadita no venían mal.

Cuando llegamos a lo de los Pastorini, el ambiente en el lugar era totalmente festivo y se ve que había venido gente de todos los alrededores, éramos como veinte y pico de gurises para jugar y corretear. Los grandes entre saludos, abrazos y apretones de mano se pasaron desde la mitad de la tarde hasta cuando empezó a caer el sol y empezó la fiesta, que a nosotros no nos importaba.

De los gurises de la zona, que eran unos cuantos, nos hicimos amigos en un rato, mi hermano Ruben, que tenia alma y edad para ser nuestro caudillo, consiguió que los que tenían caballo, nos dejaran andar una vuelta. Algunos de los gurises de pueblo, nunca habían subido a un caballo y no falto quien se arrugara y enfilara como sonseando para donde estaban los padres. Los otros dábamos vueltas y vueltas siempre acompañados por los más baquianos.

Esa noche, ya muertos de cansancio, los mas chicos dormimos en los asientos de los autos, afuera la fiesta seguía y nunca ni nos enteramos si nuestros padres vinieron a dormir o no.

Apenas las barras del alba marcaron el cielo con el brillo de un sol nuevo, ya había un gran fogón encendido cerca de los galpones. Rodeando el fuego un montón de gente seguía de conversa y en el medio sobre una parrilla, como para desayunar livianito, se asaban unos cuartos de capón, chorizos de capincho y el costillar de ternero mas grande que yo había visto.

Cuando nos enteramos que no salíamos hacia Florida hasta entrado el atardecer, empezamos a planear con los locatarios para salir a cazar con las ondas y que nos prestaran una cañas de pescar para tirar unas lanceadas en unas cañadas que se veían a poca distancia. Era un día de total libertad para la gurisada y la pensábamos aprovechar lo mejor posible.

El mas grande de los del lugar se llamaba Pedro y fue el guía y capataz del día. Un grupo salió a cazar y otros nos quedamos a las orillas del agua. Otros dos se acercaron a la fiesta y expropiaron un cajón de Bidu, tres cervezas Norteña, unos cuantos chorizos y una parrillita para nuestro propio fuego.

Los mas grandecitos se tomaron la cerveza y los otros el refresco, aparecieron unas perdices cazadas a onda. Por primera y única ve en mi vida comí perdiz a la parrilla, los chorizos y cuatro bagres grandes corrieron la misma suerte.

A la hora de irse, nos salieron a buscar y nos encontraron a todos panza arriba durmiendo a la sombra, cerca de la cañada. Los mas grandes, que se habían mamado con la cerveza, se llevaron unos coscorrones, los mas chicos llenos y contentos como perro con dos colas, salimos rumbo a los autos.

A Florida se que volvimos porque me desperté en mi cama.

El Tordillo

 

 

 

 

Wednesday, December 16, 2020

Los heroes del barrio.

 

Los heroes del barrio.

A fines de los 50, desde que cruzaba el Puente de la Piedra Alta, se escuchaban los parlantes a todo volumen, se movía a la velocidad de un peatón, para que todo el barrio pudiera salir a la calle a recibirlo, los gurises se alborotaban y enloquecidos los seguían en su recorrido.

Ruta 5 (Aparicio Saravia) hasta Las Barreras, de ahí hasta Independencia rumbo al Prado Español, al final doblaba a la derecha y buscaba José Batlle y Ordoñez, por ahí y después por su extensión, hasta el almacén de Santarcieri en la punta de la cuchilla. A la izquierda por el callejón para ir a la estación y después por Avenida Artigas rumbeando para el centro. Destino final, la puerta del Mercado.


Era mi tío Raúl, que en su viejo camión Citroën venia a alegrar Florida con los álbumes de figuritas, los charrúas, sobre los indios, otras veces de futbol, otras eran de historia patria y así sucesivamente, venia todos los años con una colección diferente, los gurises nos enloquecíamos.

Desde arriba del camión, mis primos Cholo y Pocho, tiraban cada tanto un puñado de los paquetitos de figuritas y golosinas, eso hacia que los gurises los siguieran de punta a punta gritando y festejando este tipo de piñata ambulante, un sistema de publicidad perfecto.

Pero los más favorecidos éramos mi hermano Ruben y Yo, ya que apenas llegaba a la punta del puente, donde nosotros lo esperábamos, nos dejaba ir parados en los estribos del camión, uno de cada lado y nos daba figuritas para tirar. Nos sentíamos mas importantes que la reina del carnaval.



Cuando se terminaba el recorrido, salía por todos los boliches a vender su producto, mientras que nosotros, los cuatro primos, desde la caja del camión le alcanzábamos lo que vendía.

Al final del día, con el bolsillo gordo de plata fresca, nos llevaba hasta el Sportman, mientras él se entretenía con mi padre y los Giordano, nosotros comíamos helados y tomábamos Coca Cola, Bidu, La Salteña, naranjita Urreta y todos los otros tipos de refrescos que había… todo iba a la cuenta del tío Raúl.

A la hora de volverse a Montevideo, siempre agarraba dos cajas enteras de las figuritas y nos daba una a Ruben y otra a mí.

Y por si era poco, nos daba otro sobre con tres copias de “la sellada”, que era la que siempre faltaba para completar el álbum, porque era la “difícil”.

Por los próximos 10 o 15 días, nosotros dos éramos los héroes del barrio, porque para muchos gurises era donde encontrar las figuritas que no tenían. Nosotros les cobrábamos un vintén por las comunes, pero si de las selladas se trataba, podían subir hasta una chanchita de 20.

El Tordillo




 

 

Wednesday, December 9, 2020

Diccionario del Camino 3ra. parte.

 Macuto. 

La mochila en partes del sur de España es llamada Macuto, nombre que se le daba como parte del equipo militar. Palabra muy utilizada por la gente de mayor edad y todos aquellos que hicieron el servicio militar.

Miliarios

Un miliario o piedra miliar, palabra proveniente del latín miliarium,1 es una columna cilíndrica, oval o paralelepípeda que se colocaba en el borde de las calzadas romanas para señalar las distancias cada mil passus (pasos dobles romanos) es decir, cada milla romana, lo que equivale a una distancia de aproximadamente 1480 metros. El conocido como miliario áureo era el que estaba destinado a indicar la distancia desde Roma a uno de los extremos del Imperio, recibiendo dicho nombre por las letras doradas elaboradas con bronce e incrustadas. Solían ser de granito, con una base cúbica o cuadrada y medía entre 2 y 4 m de altura, con un diámetro de 50 a 80 cm. Muy común en la Vía de la Plata.


Ultreia et susseia.

¿QUÉ SIGNIFICA ULTREIA? Es un saludo que se realiza entre peregrinos que se cruzan en el Camino de Santiago y que se puede traducir como «Vamos allá», «Vaya adelante», «Date prisa, sigue adelante» haciendo referencia al objetivo de todo peregrino, alcanzar Santiago de Compostela. La palabra “ultreia” de origen latino está compuesta por “ultra” que significa más y “eia” que significa allá. 

¿Y ET SUSEIA? Se trata de la contestación a la anterior expresión y significa «Vamos más Arriba». Aunque algunos expertos le atribuyen el significado de «¡Aleluya!», dándole un punto de vista más destinado a la celebración por llegar a Santiago.

¿CUÁL ES SU ORIGEN? SE ORIGINA EN EL CODEX CALISTINO, PRIMERA GUIA DEL CAMINO.

Meigas.

Es el nombre que se da en Galicia —y en zonas colindantes de León y de Asturias— a la bruja o a la hechicera cuyo cometido es megar, esto es, enmeigar, es decir, hacer el mal a personas y animales, para lo que establece un pacto con el diablo. Según el antropólogo Carmelo Lisón Tolosana la meiga no debe confundirse con la bruxa, que hace el bien y es capaz de deshacer los conjuros maléficos y el mal de ojo de las meigas. 1Hay algunos bosques en Galicia donde al peregrino le da la impresión de estar rodeado de ellas.

Queimada.

La queimada es una bebida alcohólica de la tradición gallega y propia de su gastronomía. Se le atribuyen facultades curativas y se afirma que, tomada tras la pronunciación del conjuro, funciona como protección contra maleficios, además de mantener a los espíritus y demás seres malvados alejados del que la ha bebido.​​ http://turismodegalicia.org/info-turismo/tradiciones-de-galicia/a-queimada.php 


Cruceiros.

Seña de identidad del paisaje gallego y expresión de la devoción popular, los cruceiros se levantan en cruces de caminos o cerca de ermitas, iglesias y cementerios. Castelao decía que un cruceiro es "un perdón del cielo", pues según el gran escritor gallego los cruceiros se erigen para hacerse perdonar algún pecado. Dado que en Galicia hay unos 12.000 cruceiros, nuestras faltas deben de ser grandes... Pero también se dice que los cruceiros protegen a los viajeros, así que para los que andan por estas tierras la protección está garantizada. Se encuentran también en muchas partes del resto de España y en Portugal.

 

Mosteiro.

En Gallego, hablado en Galicia, la palabra significa Monasterio. Mosteiro de Oseira en el Camino Sanabres, es uno de los más conocidos y es considerado como El Escorial del norte por su tamaño y magnificencia. También muy importante en el Camino Frances es el Mosteiro de Samos.

Palloza.

En el entorno del santuario mariano de Santa María do Cebreiro, en la entrada a Galicia del Camino Francés, encontraremos un conjunto de pallozas tradicionales, viviendas típicas de las zonas montañosas del noroeste peninsular (el Bierzo y parte de Lugo) con fachada de piedra, techo de paja y planta oval, adaptadas al clima de la zona. El origen de las pallozas tradicionales es prerromano (posiblemente celta) y mientras que son denominadas con este nombre en Galicia, en otras zonas, como León o Asturas se las conoce como teitos.

En este tipo de viviendas de O Cebreiro han convivido durante más de dos milenios tanto personas (en cada palloza podían vivir hasta 9 o 10 personas) como ganado, habiendo sido habitadas hasta mitades del siglo XX. Su aspecto tan característico no es al azar; la planta circular u ovalada, sin esquinas, facilita la distribución del calor, mientras que sus muros bajos y gruesos ayudan a mantener la temperatura, que suele rondar los 15º (cuando estaban habitadas era común tener el fuego todo el día encendido). El techo de paja alto y espeso aguanta el peso de la nieve y el viento. 

En la actualidad, de las cuatro pallozas tradicionales que podemos encontrar en O Cebreiro, una de ellas (la de Xan López) aloja el Museo Etnográfico (gestionado por la Xunta de Galicia), otras dos son visitables por dentro y la última de ellas es utilizada como almacén. 

Arcén.

¡¡¡Atención!!! Arcén es lo que muchos conocemos como banquina o vereda. Si lees en la guía que caminaras por una carretera sin arcén, tienes que prestar mucha atención y tratar de caminar en la dirección opuesta al tráfico. Muy común en largos trechos del Camino Portugués, especialmente si lo comienzas en Lisboa.

Las rubias.

Un tipo de vaca lechera de un color casi dorado que veras en Asturias y Galicia mayormente, impactan por su belleza y docilidad. El queso de tetilla es uno de los mejores quesos del norte, como así también el queso cremoso de Arzúa y las rubias son las responsables.

El Obradoiro.

La plaza a los pies de la Catedral de Santiago de Compostela, rodeada de hermosos edificios y el lugar de reunión de los peregrinos. Muchas veces veras que esta muy mojada, o llovió, o simplemente son las lágrimas de alegría derramadas por millares de peregrinos que desde muy lejos llegan a postrarse frente a la tumba del apóstol.


En el 2013, llegue al Obradoiro con este hermoso grupo, la mayoría juntos desde St. Jean de Pied du Port

 



Y el mas importante de todos los nombres que deberás aprender es…

REFLEX, un potente spray para los dolores musculares, tus pantorrillas te lo agradecerán.

 



El Tordillo. 

Monday, December 7, 2020

Los regalos. Historias cortitas.

 

Los regalos.

En Noviembre de1955, mi padrino Héctor vino de Montevideo a verme por mi cumpleaños, como me conocía muy bien, siempre me traía los regalos que yo mas disfrutaba. Ese año me trajo para comer, una docena de bananas, medio kilo de galletitas Numancia, para disfrutar, sillita de playa tipo tijereta con asiento de lona, pero lo mas preciado fue el libro de cuentos El Príncipe Valiente.

Desde que aprendí a leer me enamoré de los libros, lo único que me frenaba de andar correteando campo o chapoteando en las cañadas de los alrededores de la Cuchilla Santarcieri, era un libro, de lo que fuera, si estaba escrito yo me lo devoraba. Ahora con setenta largos, sigo igual, si no estoy callejeando o a monte, es porque llego a mis manos un libro nuevo.

Bue… la historia empezó al otro día de mi cumpleaños, mi hermano Ruben y todos los gurises del barrio se juntaron para salir para La Calzada a disfrutar de la playita y algunos a estrenar hondas nuevas o recién arregladas.


Yo indeciso entre ir o quedarme con mi libro, opte por agarrar mi sillita y mi Príncipe Valiente y salir rumbo al rio con ellos, pero mis planes eran de sentarme bajo los sauces a leer mientras ellos hacían las de las suyas.

Entre uno de los Garín y mi primo Carlitos, armaron una choza del tipo que veíamos en las películas de “indios y convoys”, con los palos y ramas que deja la correntada la hicieron preciosa.

Cuando todos se fueron a sus andadas, yo puse mi sillita adentro de la choza y me senté a gozar de mi libro y la frescura del lugar. Estaba en el paraíso.

Se fue pasando la hora, entre la lectura, una banana y un pedazo de chorizo y pan que me había llevado en la bolsita de las piedras para la honda, yo, disfrutaba la tranquilidad que me brindaba la soledad.

De repente escucho unos gritos y corridas, salgo a ver que pasa y era la banda de muchachos que volvían, mi hermano me agarra de la mano y me dice que nos tenemos que ir de apuro, se viene una tormenta machaza y tenemos que llegar a las casas antes que los relámpagos y los truenos.

No me da tiempo a nada ya que me lleva casi de arrastro, yo a los gritos le decía que parara, pero el no me hacia caso y sin soltarme seguía calle arriba por Rodo.

Llovió y trono toda la noche y el día siguiente, yo en un rincón de la cocina me arrolle triste y pensativo, que hasta la abuela se pensaba que me había agarrado algo por la mojadura con la que habíamos llegado ayer.

En cuanto el tiempo mejoro, pedí permiso y salí a las carreras rumbo a la calzada…

Entre lagrimas vi que el agua de la crecida estaba como a cien metros de La Calzada, la choza, mi sillita y El Príncipe Valiente ya deberían estar llegando al Rio de la Plata.

El Tordillo

 

Sunday, November 29, 2020

Por el Tomas Gonzalez. Historias cortitas.

Por el Tomas Gonzalez. 

Al final del callejón donde nací, se terminaba en un alambrado y un campo con unos pocos animales, por ahí teníamos un trillo que nos llevaba hasta el chalé de los Passarella, a veces los gurises del barrio, los Garín, los Menjou, los Bruno, algún Deluca y por supuesto todos los Pintos chicos, salíamos a hacer bandidiadas para ese lado. 

Cerca de la casa de los Orlando, en el barrio Curuchet, nos metíamos a las aguas del Tomas Gonzales, que por ahí todavía eran pocas y rumbeábamos “pa’bajo”. La mayoría de nosotros teníamos algún pariente con los fondos de sus quintas para el arroyo, así que entrar a arrancar frutas de los frondosos árboles frutales ajenos, no era nada extraño. Nos llevaríamos algún rezongo, pero no más de eso. 



Así pasábamos el día entero, como piratas, siguiendo el curso cada vez mas grande del arroyo, pegándonos unas zambullidas y hasta durmiendo una siestita cerca de unos hornos de ladrillos, que creo que eran de un Pastorini. 

Nuestros padres ni se preocupaban, sabían que salíamos en manada y como manada volvíamos, cuidándonos los unos a los otros. Por la comida ni ellos ni nosotros nos preocupábamos, ya que en esos montes encontrábamos tanta cantidad de frutas que parecía que estábamos dentro del cuerno de la abundancia. 


 Algunas veces llegábamos hasta el final, la Laguna del Bote, ahí si que los mas grandes, el Tacho Menjou o uno de los Garín y mi hermano Ruben, se ponían en capitanes y apenas si nos dejaban mojarnos los pies. “Miren que el Santa Lucia está escondido ahí nomas y en cualquier momento crece” nos decía con voz de autoridad Marcos Garín, que era el más sargento de todos. 

Así, al empezar a caer el sol, cortábamos camino y volvíamos por la calle Batlle y Ordóñez y su extensión, que nos devolvía al barrio, extenuados, sucios y jediondos. Pero sanos y salvos, con la panza llena y las ganas de poder volver a la aventura en pocos días. 

El Tordillo

Tuesday, November 17, 2020

El Turco de la vía

El Turco de la vía 

El hombre es un animal que tiene el privilegio de viajar sentado y sin moverse un metro; Quizás esta no sea una descripción muy científica o educada de lo que es el ser humano, pero para mi es indiscutible. 

 Son las cuatro y media de la mañana, mi cuerpo en salto de cama y alpargatas, se encuentra sentado en un confortable sillón, el termo y el mate en el piso sobre la lujosa alfombra, desde el equipo estereofónico nace una música de fondo, suave y nostálgica, Amalia de la Vega canta y recita letras de Juana de Ibarburou, todo alrededor es confortable, no falta nada, hasta la calefacción se encuentra a la altura ideal. 

La mente... quien sabe donde esta?. Ahí vengo sobre el puentecito del Tomas Gonzalez, por costumbre hago sonar la vieja campana que esta al final de la baranda. 

Subo el repechito y miro para los dos lados, por las dudas, los trenes se escuchan de lejos, pero la zorra de los guardavias no, quien diga que Luciano y Melgar vengan a toda velocidad. 

Acabo de cruzar las vías y con un sacudón de cabeza, le doy un saludo respetuoso al Turco de la vía, que sentado bajo los paraísos toma mate, descalzo y pelado. 

"Diga por su casa que les mande saludo!" me dice como todos los días.

 Pero de quien?, yo he cruzado estas vías, viniendo del pueblo rumbo a la cuchilla Santarcieri, un millón y medio de veces, y el siempre esta sentado en el mismo lugar, invierno y verano, si llueve se corre hasta abajo del alero del galpón, y todos los días vivimos la misma rutina del saludo. 

Yo me los voy guardando en la mochila del recuerdo, los voy amontonando, ya no se ni cuantos tengo, pero no se los puedo dar a nadie, porque yo, un guri de siete anos, no les puede decir a los abuelos que el Turco les mando saludos, porque la abuela se me va poner de pelo parado y me va a decir que soy un irrespetuoso y que el hombre tiene nombre, que no sea guri atrevido, y como ella tiene razón que voy a hacer con los saludos?. 

 Me los sigo guardando en la mochila del recuerdo, para que hoy sentado y tomando mate en la soledad de la mañana, mientras viajo y recorro rincones del pasado, los pueda sacar, ordenarlos e inventariarlos para brindármelos a mi mismo, sin nombres, sin apodos, como parte de un tributo de los viajes de mi mente hacia la cuchilla Santarcieri.

El Tordillo

Thursday, November 12, 2020

Siga el corso…

Siga el corso relato completo.

He tenido la suerte de que llegara a mis manos un relato sobre los corsos de carnaval de 197... a completar.
Como es muy divertido y largo lo voy a poner en cuotas. Originalmente apareció años atrás en Floridaonline.com un sitio que por mucho tiempo Enrique Pandolfi dirigió, para comunicarse con floridenses de todo el mundo.
El autor de la historia se identifica como EL KONMEMORIA SÁNCHEZ, sabemos su verdadero nombre pero no estamos autorizados a divulgarlo.
Pero aclaro que definitivamente no soy yo.
Lo mas probable que muchos de Uds, son nombrados en la historia.
Las fotos usadas fueron extraidas del sitio Recuerdos de Florida.
Siga el corso… 

Sábado, 9 de la noche. Comienza el Carnaval del año 1970 y pico. Astengo, Walter Varela, Possi, Escritch y otros se movilizan para comenzar el corso. Los inspectores de tráfico, por nadie queridos, tratan de imponer su autoridad dentro de aquel desorden donde todos quieren ser los primeros. El Pajita Pieroni con su cara pintada calienta su garganta con sus muchachos haciendo correr una de 5 litros de sucu de Morando y Coca. Artigas Peña y su gente calientan sus lonjas en la Plaza Artigas… El diminuto Grillo se moviliza impaciente sin querer perder el ritmo. El Chajá Amaro acaricia su caballo como queriendo decir ya nos vamos; el auto de los Guichón con el Tape al volante despliega el cartel que dice “nos vamos a la playa”. Llega el Bubby Vázquez en su bicicleta de una rueda sola, haciendo piruetas como sólo él sabe hacer; Hugo Varela lo había hecho en carnavales anteriores.

 La Ford modelo T de Dario Castro se ponía en fila con un desorden infernal de alegría y gritos y buen humor. Más atrás los Viera de Sarandi Grande vestidos de indios también listos para salir. La gente se hace a un lado para darle paso a los siempre presentes en los carnavales: los Angeleros. Loreto, el pibe, el rubio, Giachetto y otros, esta noche presentarán “La Herrería” y como siempre a último momento trabajando hasta el último minuto para que no falten detalles y llevarse el premio. 

 Llega con sirena encendida lo que antes fue el ómnibus de la ciudad para pasar a ser La Cucaracha. Toda la gente se acerca para ver con qué comienza este año la auténtica “Variedades de Carnaval”. Alejandro Monti, impecable con su galera y guantes blancos, conduce La Cucaracha para presentar esta noche “El Safari”, todos pintados de negro. El Gordo Rey listo para ser cocinado en una olla gigante: Componen la tribu entre otros, Ricardo Gil, el Zorro Lavandeira, Waldemar Álvarez, el Pica Pastorini, Omar Falero, Juan Lobato, Clevi Ferreyra, Carmelito Martínez, con la firma de las pinturas de Pipí Sastre y a su alrededor las maquilladoras del elenco: Nélida, Raquel y Mary. 

 ¡Largaron! El Churria Rosido Palacios da la orden de comenzar el corso y todo el mundo se pone en movimiento. De Antonio María Fernández tomamos Treinta y Tres, pasamos por lo de Marcel Latorraca y llegamos a la esquina de lo Santurio que todavía tenía la provisión abierta. 

 La esquina del Bazar Papaleo estaba repleta, los Trezza, los Javiel y los Lafluff entre otros, habían salido hasta la esquina. Las reinas comenzaban con sus agotadores saludos; atrás la murga La Vascongada sonaba como nunca, la sirena de La Cucaracha ponía a todo el mundo en movimiento (¿que habrán hecho hoy?). 

Pasamos frente a la Pompeya y antes de llegar al Liceo Viejo la familia tan numerosa de los Carrau copaba la vereda, mientras en la puerta de la familia Casella Dolara se veía la alegría. Al llegar al Liceo la luz de la esquina hizo pierna para que unos muchachos le tiraran dos bombas de agua a las reinas, que al igual que Juan José Tito en el arco se tiraban en palomita, y gracias a Dios no dio en el blanco, pero apagó la mitad de las luces del carro… 


Llegando a Barreiro Al pasar por El Heraldo vimos a Luisito Recalde como haciendo guardia en su negocio. Enfrente, en la agencia Cita, Barcia se paseaba de zapatos negros de charol, medias negras de nylon, pantalón negro y gris a cuadros y la clásica camiseta de Peñarol. Parecía una caja fuerte, no había como encontrarle la combinación. 

 Al llegar a la esquina de Ursino Barreiro esperaba el corso un gran equipo, cuya delantera la integraba Ullani Adib y toda su familia; en el balcón la Pichona Flaquer , Danubio Soba y Carlitos Brauchok, y en la vereda del frente parecía que la Cuchilla Santancieri había comprado la platea y cuando pasó por el lugar Jacinto Duran fueron impresionantes los aplausos. Las reinas demostraban su nerviosismo en su sonrisa semi normal al saber que se acercaba el grueso del público en las próximas cuadras y tendrían que afrontar las criticas (“les podrían haber hecho un vestido mejor”, “Ay como las han pinturrajiado a esas niñas!”)... En fin, es muy difícil tener a todo el publico contento. 

 Una pareja del 900... Vamos en Independencia y Barreiro y ya tenemos dos problemas: en la cachila de Darío Castro parece que en medio de la algarabía se cayó un muchachito y se dice que la rueda le apretó un brazo, esperemos que no sea nada. 

Frente a El Heraldo se apagó La Cucaracha, Juan Lobato y Alejandro Monti están verdes de dar manija, y después de una explosión del escape logra nuevamente seguir su paso. Sale mucho humo de la olla de los caníbales que seguramente se comerán al Gordo Rey, el que con lo que pesa es seguro que les alcance para darle de comer a todas las murgas. Los Chichipíos lo miran con cara de hambre. 

 Las reinas ya pasaron por lo de Besozzi y en el Democrático Mingo Piñeiro espera hacer una buena noche, mientras Gurjitano trata de atender todas las mesas. Alvarito Tiscornia, Mastrángelo, Facciolo, el Chocho Gorón, el italiano Carlitos Muracciole y otros, se están colando unas Pilsen y en la esquina de enfrente esperan el cruce el Tape y sus muchachos. 

 Infaltable, a pocos metros de su imprenta, una típica pareja del 900 esperaba el corso. Él... pantalón y saco del traje gris oscuro a rayas, pañuelo al cuello y sombrero negro de ala corta. Ella... pelo ordenado adornado con una margarita del lado derecho, cejas pintadas al carbón, zapatos de taco alfiler, vestido negro manga corta y labios sumamente pintados de rojo carmín. Parecía que se habían disfrazado para la ocasión, pero así era todos los días y nunca se separaban, para todos lados juntos, dicen las malas lenguas que era porque él no se animaba a darle un beso de despedida… Pero en mi opinión personal ...no era tan fea. 

La "mataron" a la reina. 

 
La alegría sigue en el centro; Panchito Pariz, Barragán, Edgard Martínez, El Grillo y el Pocho Fernández, impecable con el redoblante, recibían una ovación impresionante, y en la confusión una bomba de agua que partió desde el Centro Democrático dio en el blanco: la Reina del Carnaval se acababa de sentar, y la bomba le explotó en la falda! ¿Se imaginan la crítica? El vestido azul claro sin mangas, en una noche fresca, mojado, y justo ahí... Cuando llegan al Banco Florida la mataron: estaban, por casualidad, los “criticones fútbol club”: Adalberto Toranza, Luis Bía, el Gino Furiatti, Marciano Durán, Cono Berrondo, el judío Julio, Tito Ubal, Tintiño González, Chiquito Orlando, Cono Costa, y acompañando al equipo, el Lolo y Chumino que custodiaban el Banco y que fueron los primeros en decir “¡Se mioooó la reina!!....Qué equipo tenía el barrio Curuchet; qué vergüenza tenía la Reina, que venía ansiosa por ver al Gino y llegaba en ese estado, toda mojada… 

 Independencia casi.

 Rivera Pasaron las reinas por el Banco Florida, y la Marmota Galo observaba desde la cigarrería; enfrente el fotógrafo Gabines acababa de inaugurar el restorán “Trianvacanmandala” ( ¡no tenia nombre eh!?)...En la puerta Gabriela saca las fotos del corso y la acompañan la petisa Niell, el Chingo Castro, el Yayo (cocinero), Corina Piriz y La Chula, que venía de la radio. Estamos llegando a la calle Rivera, al American Bar de Cabral. 

Los hermanos Cabrera tuvieron que parar el taxi frente al Cine Italia porque el tablado ocupaba la parada. Al pasar el corso comenzarán a actuar los Capablanca, por eso Golfarini está preparando el equipo sonoro, mientras el Pipe Díaz recibe aplausos por su triciclo adornado para este día. Desde diferentes mesas Teresa Palavecino, la petiza Belén, Quitita Quirino, Mario y Susana Fleitas, el Dago Icasuriaga y flia, Teresa García, el Tola, el negro Panzaque y José Montelongo, parecían que habían venido en delegación desde el Prado Español para aplaudir ahora a la cuerda de tambores, y el movimiento batidor de las Toras que no podían faltar en este Carnaval. 

 Zorros al acecho… 

 Cuando el carro alegórico de los Angelero llega a Rivera, en la herrería que representan esta noche hay mucha actividad: el pibe y el rubio López están herrando al caballo, Jesualdi tiznado hasta la nariz, Giachetto deja la fragua y mira hacia el Club Florida, a la media cuadra, y ve al Intendente y su comitiva, disfrutando de un Caballito Blanco y piensa… “Ese no se puede herrar pero cuando yo sea Intendente me lo voy a tomar”... 

 Cosas que se dan algunas noches: en las mesas que están frente a la peluquería de Ana Bolena casi todas eran mujeres: Antonella Regina, Betina Cabral, Fabiana Macció, Estela Laudicio, Teresa Machín, Mirela Laitano, María Laxague, Mariela Cabo, Beatriz Espinosa…y el Nene Palermo. Y me di cuenta porqué había tantas mujeres de ese lado, ya se darán cuenta. En la vereda de enfrente había reunión de zorros: Pitoche Aloy, Pocho Espinosa, el Negro Mercadal, Gustavo Aloy, Sol Calandria, el Mosquito Peluso, el Brujo Castro, el Cono Castro, Ruben Urchitano, el Nene Orlando y Luis Colista, parecían un club de fútbol. Y en la puerta de Monarca, tranquilo, con El Heraldo bajo el brazo y un mondadientes en su boca, Pereba se deleitaba con la fiesta de todos. Los zorros esperaban impacientes la hora del baile para intentar apresar la presa... 

 Con el Corso pasaban las esperanzas... 

 La Colombina se hacía sentir. Con sus movimientos impecables, sus cuerpos calientes, dejaban correr por la mejilla una gota de sudor que parecía una lágrima de alegría. En el plátano de la farmacia Taranto, del lado izquierdo se recostaba otro típico hombre del 900: sombrero gris con faja negra, lentes de aumento, pañuelo al cuello, gabardina marrón claro y un Río Novo entre sus labios, Pepe Moreno se apostaba para ver quizás su carnaval número 70. 

Del otro lado del plátano el Chivo Marichal esperaba el paso de los redoblantes. Es que era su pasión, ya que por más de 30 años alegró los carnavales de nuestros padres. A unos pasos en una pequeña vidriera colgaban números de lotería para el viernes, y en la puerta las hermanas Galotti veían pasar las esperanzas de casarse algún día. En la mesa más próxima el Perro Fleitas, la Charo Quirino, Lilián Alarcón, Carmen Centena, la Tina Suárez, Pipí Regusci y el Jorge Alberro, entre otros, aplaudían sin cesar. 

En la entrada de Santana Muebles Martiniano González, Jorge Gruccio, Guillermo Algaré y el Cono Marichal, que lo tenían que aguantar porque quería tirarse una palomita hacia el carro de las reinas, y en La Vitrola la barra también compartía la alegría del Carnaval. Frente al Club Florida 

 El corso del 75 estaba llegando a La Vitrola. 

Adelante el jeep de la intendencia y el inspector de tránsito, el gallego Heredero, se habían detenido en Rodó por un pequeño altercado con el Macaco Lasalvia, el taxista. Frente a La Vitrola estaban Conucho Mastrángelo, Omar Cabrera, Jorge Testa, Edgardo Pallares, Néstor Cabral, Enrique Pandolfi, Gerardo Giordano, Miguel Balle, Danilo Ramón, Ricardo León, Pino Mangini, Alejandro Ferreri, Gonzalo Echeverria, Julio Amaya, Pedro Martínez y el Momo Pérez, todos aplaudiendo a la cuerda de tambores, donde entre otros estaban Artigas Peña, el Viejo Vázquez, el Teta y el Pipa Delisa y Amelio, que era quien se llevaba fuerte los aplausos; justo ahí se tira al suelo con la bandera, y lo pisa el burro del loco Ghan que se distrajo, y Amelio queda debajo de las patas del burro. Se imaginan qué panorama....

 Frente al restorán Nuevo Rumbo se tomaban algún viejo y querido Sucu el Pato Ferreri, Ramón Abeiro, el Polo Patrón Y el Ganso Pereira. El Gordo Ormando servía sus ricas pizzas, mientras en la puerta del Club Florida con su cabeza frente al 674 de Independencia, siempre firme como haciendo guardia al Club, estaban Cachuto y sus amigos. Ricardo Rosas y el gordo Carro compartían el comentario (“se mió la reina” ). En la mesa frente a la puerta el Intendente rodeado de muchas moscas se tomaba su Caballito Blanco. 

Llegando a Rodó… 
 Chicos y grandes se divertían. El que podía gastar se sentaba, los que no caminaban y le compraban a los niños un frankfurter que Dante preparaba. En la vidriera de la sastrería Pocholo Pereira el Japonés y Teresa se sonreían al ver al Chito seguido de muchos niños tocando con la peinilla en su boca una marcha brasilera… 

 Y mirá que tiene cosas lindas el Carnaval: casi llegando a Rodó, en la última mesa frente a la farmacia encuentro una mesa digna de una largada: Darío Castro, Alcides Pérez, Francisco Pérez, el canario Escabino, Dardo Sánchez, el Bubby Vázquez, Atilio García, y entre ellos uno que no corría pero sí era ligero: Ventanilla, con el bolso de Peñarol atravesado en su espalda. 

 Compartiendo un sucu en la esquina de la Tienda Marcos no cabía un alma: entre ellos Jorge Acuña, Saco Viejo, Daniel Deluca, Caserta, el Nene Tarigo, el Pelao Rava y Jorge Gruccio. Posiblemente se estaba fraguando algún pase para Quilmes.

 Las reinas llegaban a Rodó, el vestido se había secado un poco del agua de la bomba que le tiraron frente al liceo. Era este el momento en que había que enfrentar la críticas más pesadas, porque en la cuadra siguiente, frente al Café del Centro, las mesas y la vereda están abarrotadas de gente. Qué lindo es un corso, qué lindo... 
 Llegamos al Café del Centro… 
 El Policía de parada Pancho Bronca, el diariero (Pedro) parado en Las 3 Cruces, que en sus vidrieras lucía los pantalones Relámpago, con el inspector de tránsito Walter Alanís, el lustrador de zapatos, el Sordo Martínez… 

 El Café del Centro está lleno. En los saaannnwwiiches calientes! Cono Lanz, y atrás de la máquina de café, subido en un cajón de Coca Cola, Minguito. Casella y Mendieta no dan abasto para servir a los mozos, Lupita, el Sordo Araújo y el Gordo Viera. En una de las mesas se levantan para mirar el corso antes de empezar con las 40, Carlitos Giani, José Pérez López, Pololo, Galife, Manuel Preisig y la Pirrada. También estaban, entre otros el Buby de los Campos, Nelly, Pablo y Daniel, Angélica Giordano, el Cono Medina… 

En una mesa de afuera veo algo extraño: una familia que jamás los había visto juntos… o estoy soñando: la Talita, el Arrayán, el Sauce, el Sarandí, el Espinillo, el Quebracho y la Selva Rigali. Por la vereda de enfrente el Nene Tejera, Darío Ibarburu, Roberto Urtiaga, el Pepe Sabia, el Polo Barrios, el Mono Enciso y Retamosa. 

 Auténticas Variedades de Carnaval impresionaban pintados de negro; los niños retrocedían asustados. Entre ellos, a la altura de Mil Colores caminaban Celina López, Milka Gurjitano, Lita Villabona, Graciela Álvarez, la Cocona y la Negra Anse. 

 En el café Los dos Leones, llegando a Herrera, hay payadores. Esta noche Gustavo Guichón, el Gaucho Giménez, Urbano Recalde, el Pulpi Amaro, Carlitos Rodríguez y Víctor Gasso. Se ve que va a estar bueno, pero como acechando a los artistas en la otra mesa, antes de irse a trabajar porque Pololo les dio permiso hasta las 10.30, están la Raquel, la Gloria, la Gavi, la Margó y Julia, luciendo todas diminutas faldas… 

Y a pocos metros, en la esquina de la tienda El Anjó de Aníbal Soba, entre el calor de la multitud las Yerba Sara lucían sus siempre nuevos tapados de piel. Ya en las últimas cuadras... El corso pasa por el Jockey Club, y en la puerta estaban el Cacho Brescia, Juan Suárez , Mario Núñez y Preisig. En la vereda de enfrente, en lo de Wilson Ruiz, un núcleo importante del Prado Español aplaude a la representante del barrio Mary Marrero. Llegamos a la Intendencia y se detiene la Cucaracha, sus integrantes saludan al portero Falero que estaba de guardia, mientras se dispone el SAFARI a meter al Gordo Rey en la olla para cocinarlo en la última vuelta.

 Reanudaron la marcha, con mucha gente en DeSierra TV y Cuervo Alonso, mientras en el balcón del segundo piso el maestro Izasa sacaba cuentas que había más gente que el año pasado. Y frente al taller de costura de La Dama Chic, en una mesa grande su dueña Pocha Leleo, sus hijas Laura y Virginia y sus empleadas Olga Molla, Norma Falero, Marta Fontes, Teresa Pérez, dentro de otras que no me vienen a la memoria... 
Parece que la estoy perdiendo... 
 En Las Llamitas, el Heber Giordano y el Nacho desde el horno de pizza hacían su carnaval. En algunas mesas abundaban las botellas de cerveza Norteña, que se estaba vendiendo bien; entre otros estaba Tulito Artola, Carlos Pisa, el Escribano Alzati, su familia y sus empleados Jorge e Isabel Alexandre. Ordenaban a la gente el comisario Baños y el Casilla, mientras en el bar Sportman César llenaba sus ricos cucuruchos de helados ya que la noche esta calurosa, está lindo para un heladito de frutilla y crema. Los mozos Ismael, el Cisne Enciso, el Tuto Páez y Manuel Alanís atendían rápidamente las mesas ante la atenta mirada de Venancio Giordano. 

 Ya dando la vuelta por Ituzaingó, al pasar frente a la casa de la doctora Safi a muchos le dolían las muelas, y el balcón de lo de Aldama estaba repleto. 

Seguimos, pasando por la farmacia Santa Julia, después por el puesto de verduras de los Seijas, enseguida por la casa de Balle para llegar a lo de Pajarito Lagos (qué jugador) donde Zapallo en la parrilla tiene siempre a punto pamplonas, hígado a la tela, chorizos, morcillas, asado, pollos y más... Y mientras Pajarito con cara de pocos amigos busca con la mirada en el público a quien le reventó una bomba de agua en la ventana, en el mostrador del bar Gálvez saboreaba alguna que otra grapa con limón. 

 Llegamos a la Plaza Asamblea, pasamos por lo de Quintín Ramón, por lo de Chenlo, donde Flor, Mario, Juan y Teresita miraban muy atentos todo el movimiento. Pasamos por la imprenta Gadi y frente a su casa, sentado en el banco, tomaba unos amargos con yerba Sara de contrabando el señor Peluaga. Doblamos en la esquina de Banco República, llegando a la Imprenta Moderna, donde muy atentamente la numerosa familia de Martínez Portela y su empleado el Negro Pereira aplaudían sin cesar el paso de su amigo Alejandro Monti en La Cucaracha; pero aquí llega lo peor... 

 La caída fue fatal Cuando La Cucaracha daba la vuelta en la Escuela Industrial, cae la enorme olla con el Gordo Rey adentro. La olla rueda como 20 metros por el pavimento y finalmente para en el cordón de la vereda de la Jefatura. Todos los negros del Safari acuden riendo a levantarlo, pero los invade el pánico al ver que es seria la caída. Quieren sacarlo pero tienen dos razones que le impiden hacerlo rápido: mucho dolor en el hombro y además se había amoldado a la olla, y como si fuera poco al ir tirando para afuera se le engancha el cinto en el fierro de la manija de la olla, y lo arrastraban con olla y todo, pero al fin salió. Enseguida llegan dos policías que hacían guardia en la Jefatura, El Perro Siré y Batista y desde la Casa Parroquial corre el padre Matonte, el cual dijo "CON CUIDADO, ESTE GOLPE PUEDE SER FATAL... Llévenlo al Hospital que yo le pediré a Dios y a la Virgen de los 33 por su pronto restablecimiento". 

Los policías no tenían vehículo porque andaban en el centro, pero hablaron al Hospital para que se prepararan para recibir un herido. Creo que La Cucaracha nunca había marchado tan rápido, iba por 18 de Julio como a 15 km. por hora. Al llegar al Hospital todos los integrantes del Safari pintados de negro encabezados por el Bilo Lavandeira entraron corriendo mientras por el pasillo venía el emfermero Lamaita, la enfermera Quirino, Marta Cruchi, por si necesitaba cuidado intensivo; también Castro y Candia, que al ver caminar tantos negros juntos casi se desmaya. 

Todos se reponen del susto, pero las placas dan como resultado de la caída la clavícula quebrada, un golpe en la cabeza con estado reservado, quedando internado para ser revisado por el doctor Amorín, con aviso a la Policia, la que en este caso sería testigo. Todos suben a La Cucaracha con destino al punto de partida, el galpón de la Norteña, donde no sería nada fácil sacarse la pintura negra.

 ASÍ SE TERMINA EL CORSO DE ESTA NOCHE..... Espero haber contribuido con su memoria. EL KONMEMORIA SÁNCHEZ.

Las fotos usadas fueron extraidas del sitio Recuerdos de Florida.