Un lugar donde un hombre de Florida (Uruguay), la capital de la Piedra Alta, cuenta de todo un poco, sobre su pueblo, su vida, sus viajes, su familia y más que nada, sobre su Florida natal. Tambien mucho sobre mi querido Camino de Santiago.



Wednesday, March 18, 2009

Historia Cortitas. El Corso.-

Foto del corso 2009, "robada" de http://www.floridaonline.com.uy/

El Corso 

 Las calles y las veredas llenas de bote a bote, gauchos de botas lustrosas, que se acercaban al pueblo para disfrutar del ruido y el bullicio que hacían los pueblerinos y que miraban el corso desde la puerta del American Bar o del Negro el Ocho, cosa de no estar lejos del mostrador designado para achicarle el bulto al carpincho, que había sido la caja de ahorros durante los últimos tres o cuatro meses de soledad de campo. 

 La gente del pueblo y el paisanaje de los alrededores, que se venían de a pie desde el barrio Curuchet, la Cuchilla Santarcieri y hasta del Pintado, ellos eran el corso.

 Hombres, mujeres y niños por igual iban y venían por la calle Independencia, La Plaza Vieja, el Prado Español, o donde fuera, el lugar del corso no tenía importancia, pero sí que no fuera de más de cinco o seis cuadras, para que la gente se pudiera amontonar, pecharse y sentirse codo a codo como en los corsos de la capital. 

 Después de una hora de ir y venir, tirando papelitos y mojar gente con gigantescos pomos de agua florida, la gente empezaba a tratar de saber quién era quien, porque era un mundo de caretas y disfraces, pero en pueblo chico nos conocemos todos y queremos saber quien esta disfrazado de esto o de lo otro. 

Y de pronto como de estampida, desde la esquina de la calle Misiones, aparece un carro alegórico auspiciado por Bazar Papaleo, que trae un perro gigante y tres perritos todos pintados de payasos, un parlante que anuncia que después del corso hay baile en el Ferroviario, atrás nomás, sigue la murga de Florida, seis tambores que vienen del Barrio del Cementerio, el carro de las Tres Cruces y como broche final, la reina del Club Candil, que este año es la Reina del Carnaval. 

Todo esto pasa como flecha y desaparece mas allá del Sportman de los Giordano, porque hay que salir del medio rapidito y de buen modo, para darle la calle a la gente...porque ellos son el corso. 

 Sigue el ruido y el bullicio, y entre todo eso, para arriba y para abajo anda el Tío Perico en su caballo de alambre y trapo, armado sobre una bicicleta, pedaleando constantemente, su boca siempre ocupada por un pito, al que solamente deja de tocar para darle un beso a la botella de vino tinto que lleva en el bolsillo del saco.

 Atrás de él, que ya rumbea para el Ferroviario, hay un borbollón de gente que canta, grita, salta y sigue festejando porque en el pueblo hubo un corso, y en esos tiempos… así eran los corsos.   

El Tordillo

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