Un lugar donde un hombre de Florida (Uruguay), la capital de la Piedra Alta, cuenta de todo un poco, sobre su pueblo, su vida, sus viajes, su familia y más que nada, sobre su Florida natal. Tambien mucho sobre mi querido Camino de Santiago.



Wednesday, April 15, 2009

Historias cortitas/En la laguna.-

En la laguna.-
Aquí estoy, en una silla en medio de la laguna, una botella de sucu-sucu flota alrededor mío y se mantiene fresca, las mojarras me picotean los pies, la sombra espesa de los árboles me cobija de un sol picante que hace brillar los camalotes y el lomo de las tarariras que duermen a flor de agua. Tengo una caña tirada, con boya grande pero sin carnada, para que nada interrumpa mi tranquilidad y el estado de meditación en que me encuentro.

El paisaje bucólico se apodera de mí, ya escucho todos los ruidos y melodías del monte, una gallineta lejana me llama por mi nombre, un picapalo que no llego a ver manda un mensaje en Morse, las hojas de los árboles hacen un ruido parecido al de la mañana de Navidad, cuando los papeles y envoltorios de los regalos se tiran a un rincón.

Por un claro del monte llego a divisar unas cuantas vacas que con sus terneros, se cobijaron a la sombra de un aromo y la distante colina parece estar al alcance de mi mano, una mulita inexistente se pasea a la orilla de un alambrado y me hace señas para que la corra entre las piedras, el zaino estrellado de Don Magole, se acerca a la laguna y el hombre deja tirado en sus orillas un ganso de campo, grande, blanco, carnudo, muerto.
Desde el campamento me llegan murmullos, Ruben con las armas y los cartuchos...Papa en la otra punta de la paradisiaca laguna, lancea entre los camalotes...Mama revisando canastos y cajones buscando y preguntando por la espumadera grande…"si la verde de plastico…para limpiar el puchero y sacar la grasa de este ganso".

El sucu sucu, va mermando, la boya por suerte ni se mueve, de una bolsa saco un puñado de dulces macachines…suena el teléfono y se termina mi turismo, aquí estoy sentado en mi escritorio, lapicera en mano, la cachetada que me da la realidad me despierta con una triste sonrisa.

El Tordillo

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