todos listos y ansiosos de echarse al agua y a andar.
El viaje de aproximadamente 100 kilómetros de río, con aguas rápidas y zonas de rápidos y remolinos, en algunas partes estaba previsto sacar la canoas y portarla (portage) sobre las zonas mas peligrosas, todo pintaba muy lindo.
Comida abundante y variada, como todos los años, vino en bolsas de plástico, suficiente para no faltar y seguro para que no se rompa, todo el equipo cargado y distribuido para un viaje sin muchos sacrificios y para disfrutar bien del río, monte, todo el paisaje norteño que nos rodeaba y la compañía de amigos con los que hace años hacemos este tipo de travesías. Dos posibles viajeros que iban a ir en su viaje inaugural, se arrugaron a último momento, menos mal porque este viaje no iba a ser para novatos, como descubrimos durante el segundo día.
Pero a pesar de todas la peripecias que nos toco pasar, la pasamos de novela, cosa de la que nos dimos cuenta, después de haber terminado el recorrido y cuando ya sanos y a salvo, tomábamos una cerveza fría en el punto final, donde estaba la camioneta para nuestro retorno a Toronto.
Las fotos que siguen las recuperamos recién esta semana, espero que les gusten y les sirvan para darse una idea del viaje que hicimos.
La San Cono antes de estrallarse contra las rocas, descansando y ansiosa de seguir.
Y ahora que hacemos... la podremos arreglar?
...Que les parece con un poco de cinta "pato", el toldo blanco que usamos de techo y piolas.
Secando ropa y equipo a fuerza de fuego, sino esta noche nos morimos de frio. Entre el olor a humo y a guiso, quedo todo bastante pasable.-
Debido a sus heridas, la San Cono perdio su puesto en la cocina, la Colorada paso a ser titular y jugo muy bien.
A pesar de sus lastimaduras y varias armadas y desarmadas durante el viaje, la fiel San Cono nos llevo a destino.
Momentos como este, donde dos leen el río antes de tirarse a los próximos rápidos, son los que siempre nos hacen volver.
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