Un lugar donde un hombre de Florida (Uruguay), la capital de la Piedra Alta, cuenta de todo un poco, sobre su pueblo, su vida, sus viajes, su familia y más que nada, sobre su Florida natal. Tambien mucho sobre mi querido Camino de Santiago.



Sunday, January 26, 2014

Los mineros. Por Jose Almeida.

Esto lo copio y pego del Facebook de Jose Almeida, el hospitalero que conocí en Tosantos, que además ha publicado varios libros sobre El Camino y sus caminantes. Me trajo a la mente un montón de peregrinos, para los cuales yo tenía un nombre no tan simpático, y a los cuales Jordi detestaba con todas sus ganas de dormir.


Los mineros

Después de una dura jornada caminando, cuando el cuerpo parece que está a punto de resquebrajarse y romperse por todos los lados, llega el momento de dar por finalizada la jornada y comenzar a recuperar esas fuerzas que se han ido perdiendo.
Una ducha y la alimentación necesaria permiten recuperar gran parte de las energías que hemos dejado caminando, pero es el descanso el que nos permite recuperarnos por completo y proseguir una nueva jornada con garantías.
Si el cansancio ha sido excesivo, en ocasiones cuesta mucho conciliar el sueño ya que todos los músculos y articulaciones de nuestro cuerpo se encuentran doloridos y resulta difícil coger esa posición que nos permita descansar lo que necesitamos. Pero en ocasiones pasan varias horas hasta que la fatiga esta asimilada y los ronquidos de los que se encuentran en las literas de al lado nos dejan caer placidamente en los brazos de Morfeo.
Entonces la mente se queda en blanco, a veces hasta llega algún sueño que nos va animando a seguir la aventura que estamos realizando y cuando nos encontramos en lo mejor del sueño, siempre hay algo que hace que nos despertemos con un sobresalto y entonces el descanso deja de seguir actuando sobre nuestro cuerpo.
Una de las cosas más molestas que cada vez es más frecuente en los albergues, es cuando te encuentras completamente dormido y hacia las cinco de la mañana ves como un foco alumbra directamente a tus ojos y te despiertas sobresaltado.
Inicialmente piensas que es algún vehiculo que se dirige hacia donde tú te encuentras, pero al ver que apenas avanza y como aún te encuentras dormido, piensas que has tenido un sueño y te encuentras en el interior de una mina y a tu lado está un minero que con su candil en la frente se ilumina para poder ver en la oscuridad que hay en las entrañas de la tierra.
Al cabo de unos minutos, ves que en el otro lado de la litera se enciende otro foco que siempre acaba dirigiendo su haz de luz hacia tus ojos y ya te vas despertando y te das cuenta que no son mineros ni estás en el interior de la mina, son esos peregrinos madrugadores que salen unas horas antes que la luz del sol vaya iluminando los caminos y tienen el único objetivo de llegar muy pronto al siguiente albergue para que así al ser los primeros no se queden sin un lugar en el que dormir.
Tratas de ocultar tu cabeza en el interior del saco para ver si de esta forma, al tener resguardados los ojos de esos haces asesinos del sueño te permite seguir durmiendo y descansando tu cuerpo. Entonces comienzas a escuchar un molesto y desagradable ruido, es ese que producen las bolsas cuando van metiendo todas sus pertenencias en el interior, como anoche se fueron a la cama a dormir antes de las nueve de la noche no les dio tiempo a guardar sus cosas en la mochila y tienen que hacerlo ahora.

Cuando compruebas que a pesar de haber metido la cabeza en el interior del saco, no te va a servir para nada ya que cada vez son más los que están guardando las cosas en las bolsas, decides sacar la cabeza del interior para al menos respirar el aire un poco viciado que hay en el interior de la gran sala.
Cuando sacas la cabeza y vuelves a abrir los ojos, compruebas que los focos te rodean por todos los lados ya que el efecto dominó se produce a gran velocidad y en poco tiempo casi todos los peregrinos se han ido levantando y la sala se convierte en una concentración de mineros que van dirigiendo sus focos en todas las direcciones y parece que siempre en su recorrido están tus ojos ya que los flasazos son permanentes y los buscadores de camas no quieren ser los últimos en abandonar el albergue. De repente a todos les ha entrado una gran prisa y les da lo mismo que haya alguien que trata de descansar al menos hasta que los rayos del sol se atrevan a entrar por una de las ventanas de la sala del albergue.
Siempre hay alguno de estos mineros que no ha sido previsor y de tanto llevar su candil moderno no solo en el albergue, sino también en el camino ya que las primeras horas deben tenerlo encendido para ver el camino y no han tenido en cuenta que las baterías tienen un tiempo limitado de duración. Cuando se quedan sin ella no tienen el menor rubor en darle al interruptor encendiendo todas las luces que hay en la sala y no dejando que nadie siga durmiendo.
Es en esos momentos cuando ante la impotencia que tienes enroscado en tu saco y tratando de dormir esas horas que son necesarias para que el cuerpo adquiera todo el descanso que necesita, cuando vas maldiciendo por lo bajo a todos los que hay a tu alrededor y cuando ves que de nada sirven tus insinuaciones, das un grito dirigiéndote a todos los que pueden oírte:
-¡Ya esta bien!, que hay gente que esta descansando y quiere seguir durmiendo.
Entonces se produce un pequeño silencio por esa improvisada exclamación, pero nadie responde, es algo normal, nadie lo ha entendido porque en ese babel que es el albergue, nadie de los que están allí habla mi idioma.
Después de unos instantes de silencio el ruido sigue aumentando y solo deseas que todos se vayan cuanto antes para poder dormir al menos media hora antes que el sol me vuelva a despertar, en esta ocasión de una forma más natural, agradable y delicada.

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