Un lugar donde un hombre de Florida (Uruguay), la capital de la Piedra Alta, cuenta de todo un poco, sobre su pueblo, su vida, sus viajes, su familia y más que nada, sobre su Florida natal. Tambien mucho sobre mi querido Camino de Santiago.



Monday, September 20, 2010

Milagro en cantegril.- (Click aqui)

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En Floridadiario, una publicacion en internet con noticias del departamento, aparece publicada esta nota, que crei que valia la pena hacerla llegar a la mayor cantidad de amigos posible.

Milagro en cantegril.-

El rancherío se dilataba bajo el calor del sol.

Las casitas de chapa y cartón iban mejorando su temperatura con la primavera, que impidió con su llegada que los “chiflidos” de los fríos invernales se siguieran colando por los agujeros.

Una bandada de perros mugrientos y sarnosos jugaba con los gurises entre callejuelas y zanjas por las que corrían aguas de dudosa limpieza, mientras que un montón de carritos repletos de cartones, botellas, huesos y vidrios, iban y venían sin cesar.

Patricia, en un rincón del ranchito , al que llamaban cocina, intentaba preparar algo para comer, con un poco de lo que había sobrado ayer y con el otro poco que había traído Pablo anoche en su recorrido con el carro revisando la basura.

En el último tiempo las cosas habían mejorado algo para la familia ya que ahora recibían una tarjeta que les permitía comprar solamente cosas para alimentarse y las asignaciones habían pasado de una miseria cada dos meses a una cantidad algo más digna mensualmente.

A eso se sumaba lo que Pablo traía de la calle, y a sus ventas del material reciclable (aunque lo estafaban) por lo que la familia comía un poco mejor, ahora un par de piezas eran de bloques, varillas y portland y le habían podido comprar cuchetas y colchones para que los gurises dejaran de dormir de a tres en una cama chica.

LA ILUSIÓN

A pesar de sus muy jóvenes 27 años Patricia tenía ocho hijos, cuatro de los cuales estaban en el rancho, dos en un mismo cochecito solicitando atención y otros dos que correteaban en el patio de tierra bajo el pedido de silencio de la madre para que no despertaran a papá que había llegado de trabajar junto con el amanecer.

A la hora indicada, los cuatro mayores que estaban en la escuela llegaron con sus pancitas llenas porque comían en el comedor escolar.

Su llegada alteró literalmente la precaria paz del rancho, carteras y túnicas regadas por doquier, besos a mamá y los hermanos (con coscorrones incluídos) y el rito de tirarse arriba de Pablo diciéndole que la hora del descanso había finalizado.

Micaela, la segunda en edad, le dijo a Patricia “¿ Mamá sabés que nos dijeron hoy en la escuela? que nos van a dar computadoras a todos los niños. Patricia puso cara de enojo mezclado con incredulidad y la niña que conocía ese gesto miró a sus hermanos diciendo “cuéntenle, díganle a mamá lo que les dijeron las maestras”.

Los otros tres abrieron sus grandes ojos y asintiendo con la cabeza comenzaron un coro de frases y gritos afirmando que lo que había dicho Micaela era verdad.

Mamá, cambio el gesto adusto por uno comprensivo y los reunió a los cuatro que la escucharon atentamente decir, “gurises saben que en esta casa siempre se dice la verdad, ya les explicamos que los Reyes Magos y Papá Noel no existen y cuando hay poco para comer también se les dice, sobre eso que les dijeron yo solo les voy a contar que cada niño tenga una computadora no existe en ningún país del mundo y menos que a ustedes los niños pobres también se las regalen , así que sáquenselo de la cabeza porque para que pasara eso tendría que ocurrir un milagro y ya saben que yo no creo en los milagros”.

LA DUDA

Los niños para los que la palabra de mamá era sagrada bajaron la cabeza y automáticamente se olvidaron del tema que pasó a ser solo una anécdota.

Pero eso duro pocos días porque a la semana siguiente los niños volvieron a la carga con el tema, ésta vez con una carta de la maestra de cada uno convocándola a una reunión el próximo viernes. Patricia se enojó y dijo en voz alta “el viernes me van a escuchar, mire andar ilusionando niños al “santo botón” con ese cuento de las computadores. Que van a ser para aprender, que se las van a llevar para su casa y encima que se las van a regalar. ¡Regalar si pagamos! y yo ¿con que plata voy a comprar cuatro computadoras?, que digo cuatro, una tan siquiera. Ya me van a escuchar”.

El viernes la escuela era un infierno de gente, los padres y madres entrecruzaban comentarios y algunos enojados coincidían con Patricia, mientras otros decían que era todo verdad y que ya en casi todo el interior del país los niños tenían la suya.

Al escuchar estos comentarios Patricia decidió esperar a ver que pasaba. Y la reunión comenzó, el entusiasmo del director, maestros, colaboradores y niños era tal explicando virtudes del famoso Plan Ceibal: que aprenden, que juegan, que sacan fotos, que navegan por una cosa llamada “Internet”, todo eso la llevó a guardarse el discurso que tenía preparado hacía ya varios días. Encima de esto los convocaron a todos para el próximo miércoles porque les iban a ser entregadas las computadoras.

EL MILAGRO

Llegó el esperado día y Patricia acompañó a sus hijos a la escuela que se convirtió en una fiesta, con niños alborotados, maestros esperanzados y padres incrédulos.

Un camión arribó a la escuela transportando cientos de unas “cajitas verdes” que fueron entregadas una a una a todos los alumnos y por supuesto que la alegría era inmensa pero fue la emoción de todos los presentes la dueña de la mañana.

La vuelta a casa duró mucho más que nunca, la ansiedad de los niños y mamá por llegar a “mostrarle a Papá” se retrasó gracias al alboroto que armaban los vecinos a quienes los gurises mostraban las computadoras como si fueran trofeos.

Papá los recibió entre besos mezclados con abrazos, los niños se fueron con sus “cajitas verdes” a jugar al patio, mientras Pablo y Patricia lloraban abrazados no pudiendo creer lo que estaba pasando, repitiendo incrédulos “los gurises tienen computadora”.

Con el correr de los días los niños con sus ágiles deditos le empezaron a mostrar a Patricia cosas que ella jamás se hubiera imaginado que pudieran existir o suceder.

Y vio a sus hijos expertos y brillantes, se animó a imaginar a las niñas con un mejor futuro que el de la condena de ser empleadas domésticas o prostitutas, se atrevió a soñar a los varones bien vestidos y lejos bien lejos de tirar carritos llenos de basura.

Un amanecer la encontró despierta soñando que todos ellos vivían en una casa grande llena de habitaciones y que todos juntos se sentaban a la mesa sin la necesidad de medir lo que se ponía en cada plato.

En eso llegó Pablo agotado de recorrer las calles, ella lo miró y sin que él llegara a entender le dijo “viejo, quiero creer en los milagros”.

2 comments:

  1. Estimado Tordillo:
    Te he leído con atención. Te diré que por acá se las "afanan" a las compu y las venden por 35 dólares en "Las Malvinas".
    Mucho se ha hecho, falta mucho más por hacer.
    Uruguay a pesar de su pequeño tamanio es un ejemplo...y ahora mas.
    Hasta la victoria siempre!!
    Habrá vino para nos!!

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  2. No tan anonimo, cuando dices "aca", ?te refieres a Lima?. Ahi tambien hubo plan ceibal?
    Aclarame el mensaje.
    El Tordillo

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