Un lugar donde un hombre de Florida (Uruguay), la capital de la Piedra Alta, cuenta de todo un poco, sobre su pueblo, su vida, sus viajes, su familia y más que nada, sobre su Florida natal. Tambien mucho sobre mi querido Camino de Santiago.



Sunday, December 1, 2013

Desde el Camino al paraiso terrenal.


De Logroño a Torremontalbo las preguntas y las respuesta que ambos nos hacíamos, iban a ritmo de metralleta, parecía que esos 40 años sin vernos se nos habían atorado en la garganta y ahora salían a las carreras buscando borrar el tiempo.

Estuve de visita con Kitty por unas 36 horas, fueron maravillosas y bien aprovechadas, me conto y le conté un montón de cosas, hablamos de nuestras familias, de los sueños cumplidos y de los abandonados. Nos sentábamos en el jardín de su casa, a la sombra, a tomar vino y conversar, los temas nunca se terminaban porque siempre había otro que saltaba a la palestra a sustituir el anterior.

Horas después de llegar, al rayo del sol me senté al borde de la piscina y a darle a mis cansados pies un buen descanso en el agua fría, el cansancio y el sueno se empezaron a apoderar de mi y dormí una siesta a la sombra de los arboles. El paisaje que me rodeaba era maravilloso, de un lado los viñedos, del otro la antigua casa del feudo y hacia el oriente un anillo de montañas cerraba el horizonte. La propiedad se encuentra en el corazón de la zona vitivinícola de La Rioja, donde el Rio Nájera y el Najerilla se unen en un abrazo que riega la zona y le brinda su microclima tan especial.

Salí a recorrer las viñas y el viejo pueblo, recorrí sus viejos callejones de tierra y me interne por un camino que después supe que se unía al Camino de Santiago en la ciudad de Nájera. De haberlo sabido antes hubiera seguido caminando desde ahí, en vez de haberme tomado el ómnibus para reintegrarme al Camino en Santo domingo de la Calzada.

El aroma de la uva madurando y el verde de las viñas me embriagaban casi de la misma forma que el producto final lo hace. La paz que me rodeaba invitaba a la reflexión y traía recuerdos viejos y nuevos. El Camino que había quedado atrás en Logroño, me llamaba, esa noche antes de dormirme, decidí que a pesar de estar en un lugar hermoso y con la querida compañía de Kitty y su familia, debía partir lo antes possible.

Temprano a la mañana hicimos un largo desayuno, donde nos echamos varias horas de charla, después comenzamos a caminar hacia los edificios de Bodegas Amezola de la Mora, que está a unos 500 o 600 metros de la residencia familiar, en un camino totalmente bordeado de viñedos. Las hijas de Kitty que regentean la operación y el personal estaban todos abocados a sus tareas, falta poco para la vendimia y hay mucho que hacer antes de eso. Nosotros recorrimos las hermosas instalaciones, las bodegas de almacenamiento, la zona de envasado y finalmente, el plato fuerte. Recorrí los túneles donde el vino duerme ese sueño ancestral que le da forma y sabor a su alma bendita.

Las cavas rebosantes de vinos en diferentes estados de fermentación o de crianza, tenían ese olor embriagante de alcoholes antiguos, humedad sagrada y ese toque especial que dan los túneles subterráneos donde no se sabe que se va a encontrar en la próxima curva.

Lo que los antiguos bodegueros llaman “el cementerio”, estaba repleto de vinos de todas las cosechas de la bodega desde su fundación, para mí fue como llegar al paraíso terrenal. El aroma, el ambiente y la compañía de Kitty, que me explicaba paso a paso los dóndes y los porqués, me hacían sentir uno de los hombres más privilegiados del planeta.

Saque muchas fotos, hice un millón de preguntas, conocí a Iñigo, que desde una hermosa pintura, a la entrada de la Bodega, recibía a todos los visitantes, creo que en algún momento, después de ver su figura, sentí su presencia en el lugar.
Cuando volvimos a la casa, encontré que el personal, me había lavado y hasta planchado todas mis cacharpas, con pena le di las gracias, porque sabía que todo iría en un rollo en la mochila, desperdiciando el esfuerzo que habían hecho.
Cenamos, conversamos, tomamos otros vasitos de buen vino de la casa, de a poco una tristeza se empezó a apoderar de mi y creo que de Kitty también, a pesar de que todavía no lo había dicho, los dos sabíamos que yo ya estaba ansioso de seguir. Esa noche dormí como un lirón, pero temprano a la mañana, mi mochila ya estaba pronta para partir, después del desayuno ella me acompaño a la carretera y nos despedimos con un abrazo y un beso. En el aire quedo la invitación de ella y mi deseo de volvernos a ver en Madrid antes de mi retorno a casa.
En ómnibus me dirigí a Santo Domingo de la Calzada, desde donde seguiría mi Camino.
Los invito a mirar las fotos y a seguir conmigo, ya saben que…. Hasta Santiago no paro.







1 comment:

  1. Ha sido entrañable verte después de tanto tiempo, charlar y sobretodo recordar!!! me hubiera gustado que te quedarás en casa más días pero tu impaciencia por continuar el camino era palpable, espero que no vuelvan a pasar 40 años para un nuevo encuentro por que sino ........... Muy bonitas las fotos que sacaste pero sinceramente había necesidad de colgar la que tienes conmigo? Besos a tu Santa esposa y un fortísimo abrazo para ti.

    ReplyDelete