Un lugar donde un hombre de Florida (Uruguay), la capital de la Piedra Alta, cuenta de todo un poco, sobre su pueblo, su vida, sus viajes, su familia y más que nada, sobre su Florida natal. Tambien mucho sobre mi querido Camino de Santiago.



Monday, April 14, 2014

Puentes, rampas,chocolate con churros y Leon.



El sol madrugador, nos despedía de Mansilla de las mulas, tirándonos unos rayos de luz por sobre las murallas que dejábamos atrás, al cruzar el puente sobre el rio Esla, ya queda atrás  Mansilla y los recuerdos de un día donde la alegría había reinado.

El trayecto no tiene nada de especial, senderos muy cerca de la carretera o mismo sobre ella, algunos montes de acacias que parecen que fueron puestos ahí simplemente para disfrute de los caminantes, porque no son abundantes pero sirven para cambiar la monotonía de la travesía.

Jordi acelera su paso, la muchachada más joven, que salió más tarde que nosotros, ya pasaron de largo, dejándonos atrás con los saludos matinales y los planes de reunirnos más tarde en León. Yo le había prometido a Javi un bordón nuevo, así que por kilómetros camine mirando los árboles que encontraba a la vera del Camino, para elegir una rama que fuera buena y fuerte para la tarea que le esperaba.

Desde una zona medio pantanosa, una acacia me mostraba una vara recta y del grosor adecuado, parecía que me estaba esperando, ya que resaltaba sobre todo la ramería que le rodeaba. Decidí ensuciarme las botas y me interne en el barro para cortarla con mi fiel y siempre servidora navaja Victorinox.

De a poco, mientras caminaba, iba cortando, pelando y puliendo la vara, sabía que ahí adentro, había un bordón esperando que lo sacaran a hacer su trabajo. No sé cuánto trecho anduve sin darme cuenta de que iba avanzando lentamente. Justo antes de llegar al Puente de Villarente, Jordi hacia un pequeño descanso, creo que simplemente por esperarme, ya que hacía rato que habíamos perdido contacto. El maravilloso puente medieval sobre el rio Porma, mismo frente nuestro nos hizo detener a admirar la obra maestra.

Una rampa sobre un lado de la carretera, nos permite atravesar el rio y el puente por debajo, dándonos así protección del tráfico, además de permitirnos ver la construcción en toda su majestuosidad. A paso lento, sacando un montón de fotos, me volví a atrasar, pero valía la pena.
Es típico de la zona, los nidos de garza sobre las torres de las iglesias.
Por lo que había visto en una guía y las conversaciones de la noche anterior, sabía que el trecho era monótono, atravesando muchas poblaciones por su calle principal y también polos industriales que era inevitables y grises.
Al borde de la carretera, esta aparentemente antigua batea de mármol con hermosos huecograbados,
 era lamentablemente usada como depósito de residuos
Aleluya! A la salida del puente, unas garzas adornaban la torre del campanario de la iglesia, la senda angosta entre las casas y la carretera, nos llevó a la puerta de una panadería, el cartel en la ventana nos invitaba a desayunarnos con chocolate con churros. A pesar de que hacía poco rato habíamos desayunado, Jordi que me espero al entrar al pueblo, sabiendo que los churros me encantan, ya había pensado que sería un buen lugar para descansar.
La verdad que tanto los churros como el chocolate no eran nada especial, pero hacia días que tenía ganas de comerlos. Conversamos un rato, hablamos de lo aburrido que se presentaba el camino hasta llegar a León y decidimos retomar la ruta cada uno a su paso, ya no nos veríamos hasta la entrada del destino planeado o en el albergue.
La entrada a León la encontré confusa, pero creo que no tenía nada que ver con el lugar, más bien era que yo venía con la mente llena de tormentas de todo tipo, echaba de menos a mi familia y fue uno de los días donde más me afecto. Estaba deseando llegar a un lugar donde el teléfono me permitiera llamar a casa para comunicarme con los míos.
Di vueltas por las calles angostas y no podía ubicarme, no veía las marcas de ruta, estaba en una nube. De golpe me topo con una de las chicas de la barra joven, no recuerdo si era Sandra o Laura, pero si recuerdo que me acompaño hasta el albergue que estaba a menos de tres calles de donde yo había perdido el rumbo.
Horas después sentado en el gran patio del gigantesco albergue, tomando una Coca-Cola y descansando, pensaba que hacer el Camino de Santiago solo, es una experiencia hermosa, pero también es importante rodearte de un grupo con el que mantengas contacto, porque no todo son rosas y algunos que te conozcan y siguen tú mismo itinerario de etapas, te pueden ayudar a descartar las espinas cuando estas se presentan.

En la próxima nota le contare varias anécdotas simpáticas de la estadía en León, por ahora los dejo en suspenso y esperando que sigan conmigo, ya que hasta Santiago no paro….




















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