Un lugar donde un hombre de Florida (Uruguay), la capital de la Piedra Alta, cuenta de todo un poco, sobre su pueblo, su vida, sus viajes, su familia y más que nada, sobre su Florida natal. Tambien mucho sobre mi querido Camino de Santiago.



Thursday, February 11, 2010

Historias cortitas/Atardecer de invierno,-

Atardecer de invierno.-

La nieve llegaba hasta las rodillas, al bajar las pesadas botas sobre la capa superior se escuchaba el crujido de la capa de hielo que se había formado durante la noche. Deberíamos estar a no más de un kilómetro de nuestro campamento, pero ese corto trecho nos había llevado casi una hora entera para recorrerlo.

La meta es llegar a una colina desde donde se aprecia en su plenitud, una planicie formada por un lago que se ha secado, donde los alces se reúnen a escarbar la nieve para tratar de llegar a los pastos congelados, en el invierno la comida no es abundante, pero ellos como todos los animales del bosque se las ingenian para sobrevivir.
Lo pesado del trayecto, nos hace traspirar bajo nuestros abrigados equipos preparados para protegernos de las temperaturas que han bajado a 18 grados bajo cero, algunos de nosotros (yo), tenemos ganas de tirar la toalla, especialmente al pensar que ya son casi las dos de la tarde y que la noche llega alrededor de las cuatro, los otros dos (no yo), están empecinados a llegar al punto con la esperanza de ver y sacar fotos a los alces.

A eso de las dos y media, ya habíamos hecho un pequeño refugio con ramas y nieve, para protegernos del viento y para escondernos para observar los animales.
Yo solo pensaba en que íbamos a tener que volver rumbo al campamento, llegaba el filo de la noche, los brillos de la nieve se iban opacando, una hembra con sus dos crios nacidos en la primavera anterior, se acercaron pesadamente al centro del lago seco, la madre con sus largas patas y con el hocico, removía nieve y dejaba al descubierto comida para sus hijos.

Nosotros fascinados observábamos, el frío parecía no llegarnos mas, el viento que antes nos azotaba, junto con el tiempo, parecían haberse parado, era una imagen que solíamos ver en fotos de otros, nos dimos cuenta que las fotos no le hacen justicia a la realidad…paso un tiempo que ni medimos.
La madre alza la cabeza, olfatea, se inquieta, emite un mugido como de terror y aviso, intimando a sus crios a salir a la carrera hacia los montes que rodean el lugar, nosotros que creemos que los espantamos nos metemos mas adentro del refugio, tratando de pasar desapercibidos, ahí es cuando vemos que una manada compuesta de cinco o seis lobos, viene a los saltos y a toda velocidad desde una colina opuesta a la nuestra, la retirada de los alces se ve interrumpida por otros dos lobos que les vienen de frente… En segundos y en el revuelo de animales rodeados y animales rodeando, vimos los ciclos de la vida en el bosque… los alces vinieron por comida, los lobos también, la madre se gano en el monte con uno de los crios, los lobos descuartizaban al otro, el lobo jefe comía, los otros esperaban su turno.

Nosotros con los ojos que no nos cabían en la cara, mirábamos todo esto con dolor por los alces, con alegría por los lobos que alimentarían la manada, con la certeza de que lo que habíamos visto, era un espectáculo único… dos horas después, linterna en mano, agotados y hambrientos llegamos al campamento, con esa imagen de un atardecer de invierno que nunca se borrara de nuestra memoria.

El Tordillo

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