Thursday, January 27, 2011
Gracias Sebinamar.
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Historias cortitas/ "Conpermiso".-
Montes de eucaliptus, arroyos, cañadas, pedregales, arboles solitarios, tajamares, ranchos y cascos de estancias, todo servía como punto de referencia, “Conpermiso”, gritaba el hombre con respeto y reverencia, cada vez que abría una portera que nos llevaba a los campos ajenos que nos servían para cortar camino rumbo a Polanco. Hicimos unas cuatro leguas sin ver gente, al tranco, casi sin hablar, los animales nos ignoraban como si fuéramos parte del paisaje natural, a lo lejos veíamos las casas de los habitantes de la zona… cerca de la caída del sol, un montecito de talitas, refugio de las ovejas, nos abrió sus brazos para que preparáramos donde descansar y comer.
Un paisano que nos había visto de lejos, se acerco, los dos gauchos se dieron un fuerte apretón de manos…
Después de desayunar opíparamente, seguimos recorriendo distancias, la nochecita nos iba a encontrar frente al mostrador del Purrete…
Dos días deambulamos por esos pagos, recorriendo los ranchos de los amigos en Polanco, acampados en los predios de la feria rural, remojándonos en el rio, Don Armenio decidió con unos paisanos amigos, el seguir hasta el Carmen, para volver con una tropa que había que llevar a la rural de Florida.
Por mi parte, aunque fui invitado, decidí dejarlo disfrutar de sus vacaciones y emprender mi regreso. El zaino ensillado me esperaba en el palenque del boliche, compre unas galletas, una pierna de capón, unos chorizos secos, dos litros de tinto, medio quilo de yerba, rellene la petaca de grapamiel y me despedí de los parroquianos.
Don Armenio me esperaba junto al caballo, me encomendó a seguir la misma ruta, sin cambios, me dio los nombres de algunos lugareños de la ruta, que no dudara en usar su nombre al cruzar los campos, que el zaino lo largara en el campo de Fleitas, devolviera el recado y les avisara que el volvería en unos días a verlos.
El “hasta la próxima”, fue muy emotivo, esta vez el fuerte apretón de mano se complemento con un fuerte abrazo, “porque uno nunca sabe si se vuelve a ver”, me dijo con mucho sentimiento, me prestó todos sus “Conpermisos” y me señalo el rumbo hacia la primera portera.
El Tordillo
Thursday, January 6, 2011
Los Reyes Magos me trajeron...

Después de un mes muy intenso, en el cual casi ni me acerque a la puerta del corral, los Reyes Magos me trajeron de vuelta. Desde principios de Diciembre mis tareas, no solo que me mantuvieron muy ocupado, sino que me mantuvieron totalmente olvidado de mis rutinas y necesidades espirituales.
Para mí el escribir ha sido siempre una terapia, una cura para la nostalgia y para contrarrestar esa enfermedad que me afecta hace ya más de cuarenta años. Aunque a muchos les cuesta creerlo, yo extraño a mi familia en Uruguay, extraño mi Florida, mis amigos y sus uruguayeces, todos los días del año, me podrán decir que después de unos años de estar en el exterior uno se acostumbra y deja de extrañar, yo le digo que para mí los primeros 40 años han sido difíciles, no pasa un día en que los recuerdos y la nostalgia, no me golpeen a la puerta.
Ojo!, no soy un desubicado que no está contento donde está, por el contrario, disfruto mucho de la vida que se vive en Canadá, me encanta lo que hago en el día a día, para ganarme un buen pasar, me divierto tanto en el calor del verano como en las nevadas y frías caminatas de invierno, el clima no me molesta, puedo decir que soy tan canadiense en mi forma de vivir, como uno que nació aquí, pero…
Sufro de la condena del emigrante, los que han salido de nuestra querida patria, saben de lo que hablo, porque la mayoría lo sienten o lo han sentido.
Acá, en Toronto, la época de las fiestas es hermosa, luces, nieve, todas las casas adornadas, desfiles navideños, centros de compra abarrotados de artículos y gente, música, alegría por todos lados. Es verdaderamente contagioso, es una de las mejores épocas del año, el fin de año y el año nuevo se celebran con algarabía, entre familia y amigos, en realidad no falta nada, más bien sobra todo.
Tengo la suerte de tener una hermosa familia que me entiende y me aguanta, y un grupo de amigos que sabiendo de mis dolencias, no se ríen mucho de mí, sino que hasta parece que disfrutan con mis recuerdos y anécdotas, que son también las de ellos.
Por todo eso que les cuento, Diciembre se paso volando, pero hoy 6 de Enero, los Reyes Magos me trajeron… de vuelta.
