Al llegar a
Pamplona, después de dejar mis cacharpas en el albergue y una buena ducha, me dirigí
hacia la zona de los bares y restaurantes para disfrutar y restaurar mis
fuerzas. Un camarero me recibe efusivamente, se le nota la alegría de hacer su
trabajo bien.
“Agur, ongi
etorri (hola, bienvenido), me llamo Eneko, siéntate por aquí”
“Hombre,
pero que apenas que hablo español y mal” le respondí.”
“No te
preocupes que nos vamos a entender, aquí en Navarra somos Vascos, pero la mayoría hablamos español".
“Ahora sí, estoy
recién llegado a España, ando de peregrino, pero hoy me voy a llenar la panza
como un turista. Hazme el favor de traerme el menú de tapas que pienso romperme
la boca.”
“Tendrás
que esperar un rato, porque el menú de tapas lo tengo que pedir para que me lo
manden de Madrid, pero mientras tanto te puedo servir del hermoso y delicioso menú
de “pintxos” que tenemos.” Me respondió sonriente.
Ahí, por
supuesto entre preguntas y respuestas, recibí una clase de culinaria de la península
y con énfasis en la culinaria vasca. Las famosas tapas españolas te las sirven
en casi todo el territorio, pero cuando llegas a tierras vascas, se transforman
en pintxos (pinchos). Tapas generalmente
son servidas en un pequeño platillo, pinchos vienen presentados generalmente atravesados
con un palillo que lo mantiene unido. Las dos cosas son para el extranjero,
casi lo mismo. Una pequeña porción de deliciosos preparados, vistosos,
gustosos, sabrosos y que te brindan la oportunidad de probar muchas cosas
diferentes mientras lo acompañas con buenos vinos de la zona en que te
encuentras o de alguna(s) cerveza(s). Para los uruguayos es el equivalente a una “picada”, pero más
elaborada y compleja.
Las
historias de como surgieron las tapas son muchas, la que más me gusta es de que
un rey medieval, al parar en una venta (taberna) en épocas de verano intenso, pidió
un vaso de vino, como en el lugar había muchas moscas, el tabernero, le cubrió la
copa con una loncha de salame casero, para así evitar que los insectos se
metieran en el vino. El rey se tomó el vino, se comió el salame y pidió otra
copa “con tapa”.
Hoy día las
tapas son casi la bandera emblemática de la cocina española. Camarones,
jamones, salames, huevos, mollejas, sardinas, pulpos, arroces, garbanzos,
orejas de cerdo, pimientos, quesos y un millar más de ingredientes pasaron a
ser los instrumentos con que los cocineros se lucen presentando estos productos
en diferentes combinaciones.
En algunas zonas
simplemente te la sirven gratis cuando pides una bebida, en otras, tienen
amplia variedad y tú eliges tu preferida y cuantas quieres. Yo en mis varios
viajes por España he comido todo tipo de tapas y pintxos, he probado cosas que
nunca pensé que comería, pero como son pequeñas uno prueba. De alguna de ellas también puedes pedir “raciones
o porciones”, que ya pasan a ser parte de una comida más abundante. Todavía
estoy por encontrar una tapa que no me guste, no sé si será porque son todas
ricas, o simplemente que para mí todo lo que sea comida es bienvenido.
El “salir
de tapas” o “a tapear” es una actividad culinaria pero más que nada es social. Ya
que la gente la usa como una forma de encontrarse, de recorrer varios bares,
bebiendo y probando las diferentes especialidades de los variados lugares.
Yo, desde
Pamplona al barrio de Triana en Sevilla, me he comido todo y de todo, lo llamen
pintxos o tapas, para mí es lo mismo, el sabor y la presentación es lo que
cuenta. También es una actividad muy peligrosa, eso de salir de bar en bar, de
copa en copa, de plato en plato se puede extender por horas y después… bueno después
les cuento, cuando me acuerde, de una noche solo y en Triana.
Pintxos,
tapas, son también cosas del Camino… es una forma de pasarla bien más que una
comida, por eso Eneko, gracias por la clase y “Agur”.