Un lugar donde un hombre de Florida (Uruguay), la capital de la Piedra Alta, cuenta de todo un poco, sobre su pueblo, su vida, sus viajes, su familia y más que nada, sobre su Florida natal. Tambien mucho sobre mi querido Camino de Santiago.



Friday, February 27, 2015

Las espinillas, hombre al agua.

Agosto31/2014.-

Después de haber pasado una muy buena noche de descanso en el Albergue Municipal de Guillena, me levante con muchas ganas de hacer Camino, pero… el segundo día de ruta casi siempre es el más pesado. El aire acondicionado del lugar te atrapaba, en un día que a la madrugada ya se traía mes de 35 grados y que iba a llegar a cerca de los 42.
Salí al tranco rumbo al rio, para comenzar lo que sería una etapa corta, pero que el calor y las agujetas del primer día, la harían un poco difícil. De a poco fui acomodando el paso y la mochila, cuando salí del polo industrial y encontré el comienzo de la Cañada Real, ya estaba pronto, me sentía bien y animado, el cuerpo respondía. Tener en cuenta que soy un hombre más bien rellenito y de casi 67 años.

Los cercos de piedra que delimitan la Cañada dejaban ver las tunas que pueblan el lugar, donde hay tunas con higos chumbos, estos estaban prontos para comer, los jugos gástricos comenzaron a pedir para digerir uno de ellos. Me saque el sombrero, arranque unos cuantos y les removí las espinillas frotándolos fuertemente. Me senté a la sombra de una higuera y pelándolos cuidadosamente, me los comí todos. Frescos, dulces y de semillas crocantes, me llevaron a la época de mi niñez, cuando mi abuela nos esperaba al retornar de la escuela con un canasto lleno de chumbos.
Primera torpeza del Camino… como un tonto total, pensé que con solo sacudir el sombrero, se le caerían todas las espinillas y me lo puse nuevamente en la cabeza.
Entre frutales y olivares, seguí caminando plácidamente, el terreno era siempre ascendente, pero no de una manera que torturara, más bien rampas largas y continuas, que a pesar de que se sentían un poco en las piernas, solo las identificabas si te parabas a mirar para atrás.
Llegue así a algo que es muy peculiar y típico de La Vía de la Plata, una portera (portela), que delimitaba la entrada a las tierras del Cortijo El Chaparral. La dehesa en todo su esplendor de la época, me llenaba de regocijo, pero de a poco empecé a sentir una molestia. Las espinillas que habían quedado en mi sombrero, de a poco se habían empezado a desplazar por mi cuerpo, la transpiración que me corría por la espalda las desparramaba ya por todos los sitios que me hacían sentir incomodo, cuando el escozor recorrió hasta llegar casi hasta mi culo, no pude hacer más que descolgar la mochila y desnudarme totalmente, para sacudir y cambiar las prendas que tanto me incomodaban.
La suerte me acompaño, en un lugar donde no se ve agua por ningún lado, un cartel en varios idiomas marcaba el rumbo hacia un pozo de agua. Escondido, desnudo y a unos pasos del camino, con la cantimplora me di una ducha tratando de deshacerme de las espinillas. Unas voces se escuchan cercanas y aproximándose, en toda mi desnudez, me escondo entre unos arbustos y matorrales, deseando que los que vienen no necesiten agua. Eran Enrique y Rosario que al tranco y conversando amenamente siguieron tranquilos sin darse cuenta de mi presencia. Lavado y vestido, un poco más cómodo retome camino, la etapa es corta, solo unos 18 km. pero todas las peripecias anteriores, las grandes zanjas y cunetas, las subidas y bajadas constantes, me la alargaron en tiempo. De cualquier manera, la disfrute mucho, bajo un sol radiante y más de 40 grados de temperatura me fui arrimando a Castilblanco de los Arroyos, con los pulmones llenos de aires puros y los ojos saturados de hermosos paisajes.
Me encontré con un albergue municipal muy limpio y cuidado, donde se puede apreciar que los hospitaleros voluntarios hacen un gran trabajo. Tome una litera, me di una buena ducha para remover totalmente el cansancio del día y las famosas espinillas que me habían regalado los ricos chumbos consumidos y después de una reparadora siesta Salí a recorrer el pequeño y coqueto pueblo y comer algo antes de retirarme a descansar para la próxima etapa, que será más exigente, pero no menos linda.

Juan Alberto Pintos Lecuna










Monday, February 9, 2015

Segunda parte del diccionario del Camino.

Cuando escribía sobre el Camino Francés, comencé a poner junto un pequeño diccionario para aquellos que hablamos un español diferente al de España. Esto es un agregado con las palabras que más me encontré y de las cuales tuve que pedir explicación.

Dehesa:
Zona utilizada para el desarrollo de actividades agroalimentarias. Bosque no muy tupido de alcornoques, encinas, robles, quejigos y en algunas zonas pinos y/o hayas. La vegetación a ras de tierra es abundante debido a la sombra y lo espaciados de los árboles. Las bellotas son el alimento preferido de los animales de la zona.

Cerdo ibérico:
Una delicia vestida de negro, que se alimenta en la abundancia de las dehesas, termina en nuestros platos en forma del mejor jamón del mundo y todo tipo de productos derivados del cerdo.

El higo chumbo: (Escribo y se me hace agua la boca)
Es el fruto de la chumbera, tuna, nopal, penca, higuera de chumbo o higuera de pala, de la familia de las cactáceas es una planta grasa de la América tropical, México, Brasil, Chile, y muy extendida también en la cuenca mediterránea, norte de África, España, Sicilia, Italia, Marruecos, Egipto, Israel, Arabia Saudí, Eritrea y Etiopia, allí conocida por beles.
De color rolo anaranjado, ovalado, cubierto de una piel gruesa y erizada de espinas, el higo chumbo tiene una carne de color anaranjado, fresca y acidulada, llena de semillas crujientes.


Alcornoque:
Árbol de donde se extrae el corcho. También se usa como “tonto de remate”.

Tostas:
En Andalucía y Extremadura, la mejor forma de comenzar el día. Una rodaja de pan tostado disponible con una variedad interminable de delicias. Jamón, queso, huevos rotos, sardinas…etc. Casi me quedo a vivir en la Venta del Culebrín, antes de llegar a Monesterio.
Carrilleras:
La carne de las mejillas y cachetes del cerdo, tierna jugosa y en España tienen cien recetas diferentes para servírtela.
Morros:
El hocico del cerdo o la ternera y las mismas recetas que las carrilleras. Delicioso.
Realeros o rehaleros:
Cazadores expertos que cuentan con sus propios perros de caza (rehalas), también pueden ser utilizadas para ayudar a juntar las reses o animales que se esparcen por las extensas dehesas. Las montadas, son cuando un grupo de rehaleros se reúne para abatir presas en una zona determinada. Los hermosos y muy bien cuidados perros son muy preciados y la caracola es el instrumento usado por los cazadores para llamar a sus perros.
Romería:
Es un tipo de peregrinación o procesión, generalmente de tipo religioso, donde la gente del pueblo o de varios pueblos, se unen para homenajear a algún icono religioso de la zona. Asistí a la Romería de la Virgen de Castrotierra y la marcha de los pendones y fue maravilloso.
Vino de aguja:
Vinos espumantes al estilo de los champanes, cavas o proseccos, que vienen de novela cuando te los sirven bien fríos junto a un buen bocadillo. Me lleve uno bien envuelto en la mochila y me lo tome a la sombra de un árbol en la cumbre del Calvario.
Hospitalidad:

Una palabra conocida por todos, pero que resuena más y mejor cuando andas solo y a pie por los caminos de España. 


Primera parte del diccionario:
  http://www.elcorraldeltordillo.com/2014/04/diccionario-del-camino-de-santiago.html

Monday, February 2, 2015

Sevilla/Guillena. Un dia de perros.

Agosto 30-2014.-

El Albergue de Triana me recibio en mi primera noche de La Via de la Plata.
Hasta la salida de la ciudad son aproximadamente 2 kilómetros desde el Albergue de Triana, yo sin guía o mapa, como es mi costumbre, voy siguiendo mis queridas flechas amarillas. Al llegar a las orillas del Guadalquivir, pienso que estoy perdido, ya que en una rotonda cercana no vi los marcadores.

Junto a la cabecera de un puente que parece ser peatonal, un grupo de policías juntos a sus patrulleros, conversan y discuten temas de su trabajo, me acerco para preguntar por direcciones y todos se ponen rápidamente a darme información. Se volvió confuso, que por Camas, que por el Rio, que por la perrera…me marearon. Un mozo delgadito, noto mi confusión, se acercó, me tomo gentilmente del codo y me dijo “Yo ya hice la Vía de la Plata, es hermosa y la vas a disfrutar”, me llevaba del brazo hasta donde comenzaba el puente indicándome que a la base del ultimo pilar, en el otro extremo, encontraría una flecha que me llevaría a el Camino, bajando hacia la ribera del rio y siguiendo las marcas que eran abundantes. Con un “Buen Camino”  y un apretón de manos me despidió efusivamente.

Aqui es donde Sevilla queda atras y el Camino de Santiago hacia adelante.
Seguí por el costado del rio, donde a esa hora lo único que había eran caballos por doquier y mucha mugre. Se ve que esta zona no es muy utilizada o cuidada. Un hombre en moto, a una velocidad respetable, guía una jauría de perros que lo siguen por detrás, por su porte y por las marcas que tienen en el cuerpo, me da la impresión que son de caza o de pelea. Tres de ellos tienen bozales de cuero y metal, realmente comencé a sentir un poco de miedo, pero al grito del patrón, los ocho o nueve canes que se me iban acercando, prestamente se dieron vuelta y recomenzaron a seguir la moto.

Un poco más adelante, nuevamente los ladridos de los perros dominan el lugar, pero esta vez es la perrera municipal, donde había tantos perros afuera como dentro de los cercos. Ninguno se me acerco, seguí mi camino receloso y mirando continuamente por sobre mi hombro.



Al llegar a una zona de granjas y montes de olivo, la caminata comenzó a volverse placentera y el paisaje se volvía más agradable. Me deleite comiendo unos higos chumbos de las tunas que bordeaban el sendero y de a poco me sentía un poco más peregrino.

En este cartel enumeran todos los monumentos y ruinas romanas
que son abundantes en la zona.
Hasta llegar a Santiponce, caminaba continuamente ajustando las diferentes correas de la mochila, tratando de lograr ese punto donde el macuto se vuelve parte del cuerpo del caminante y ya no se siente como una carga, sino como una extensión.

La colorida Iglesia de San Isidro y San Geronimo.
 Al arribar al Monasterio de San Isidoro del Campo, ya venía cómodo, pero me quede con pena de no poder visitar el lugar ya que por construcción estaba todo cercado y era difícil acercarse. Más adelante el bonito pueblo mostraba orgulloso su Iglesia sobre la carretera principal, el Teatro Romano y las ruinas de Itálica. Si quería visitarlos debía esperar por lo menos una hora hasta que abrieran y con el calor que ya hacia no quería alargar la jornada a mucho más del mediodía.

Las tunas me brindaron sus jugosos higos chumbos.
A partir de ahí, entre campos de algodón, girasol y trigo ya cosechado, era imposible combatir el calor, y me esperaban alrededor de 10 kilómetros de ruta con solo los 20 metros de sombra que brindan los arboles junto al Arroyo de los Molinos. Cuando llegue a ese lugar, me descolgué la mochila, a la sombra me senté a refrescarme y comer algo de las vituallas que llevaba para almuerzo. El tan discutido arroyo, que en otras épocas se vuelve difícil de cruzar, estaba reducido a no más que un poco de tierra húmeda. La temperatura oscilaba alrededor de los 45 grados.

El Arroyo de los Molinos, peligroso de cruzar en ciertas epocas, estaba
reducido a sombras y tierra humeda.
Llegue a Guillena cerca de las 13.00 horas, la ciudad muy linda pero sin un alma en las calles o ningún negocio abierto, me recibió como agobiada. La canícula tenía a todos sus habitantes detrás de puertas abiertas, con cortinas que pretenden dejar entrar “el fresco”, que no existe.

Encuentro el complejo deportivo, del que forma parte el albergue, subo las escaleras y con todo en penumbras, me dirijo al escritorio de la entrada. Me recibe un cartel que me invitaba a elegir una cama y ponerme cómodo, la hospitalera vendrá a eso de las 20.00 horas para ver si necesitaba algo y registrarme. Me pareció cómico, porque en un mundo donde cada vez más vivimos detrás de rejas y alarmas, acá encontraba un lugar hermosamente equipado, totalmente abierto y sin ningún tipo de controles.

Me acomode, duche y me tendí a hacerme una reparadora siesta. A eso de la media tarde siento movimiento y los gritos de dos peregrinos que llegaban también buscando donde quedarse. Rocío y Enrique, dos andaluces simpatiquísimos, fueron mis compañeros de estadía. Desde aquí hasta Torremejía, seguiríamos haciendo las mismas etapas, por supuesto que a diferentes pasos, ya que ellos más jóvenes y fuertes que yo llevaban otro ritmo.

La primera etapa había sido muy llevadera y estaba contento con la nueva aventura emprendida. Creo que la decisión de elegir La Vía De La Plata como peregrinación para llegar a Santiago de Compostela ha sido acertada.

Capilla Del Carmen.



El trecho final antes de llegar a Guillena, con el calor agobiante se hizo largo.

Mirando las fotos veo que Rocio y Enrique ya venian detras mio y muy cerca.